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miércoles, agosto 30, 2017

Flower Travellin' Band y Les Rallizes Denudes: capítulo 5 de Barricadas A-Go-Go. 

Por supuesto que resulta bastante desagradable que te roben la bicicleta. Sobre todo si la sacan justo de afuera de tu domicilio. Más aún si es que estaba hecha a medida de mi morfología, peso y necesidades. Pero estas cosas son inevitables hoy por hoy. En fin…”Sin dolor”. Adiós fiel compañera.

Recordé la sensación de sorpresa y profunda mala impresión que me produjo ver una vez al perro de la casa posando al lado de un CDR que contenía en archivos MP3 toda la discografía más esencial de Les Rallizes Denudes. Completamente destrozado. Mucha pena, algo de rabia, y nada que hacer.

Los objetos van y vienen y debería darnos lo mismo. Pero otra cosa son las personas. Y éstas insisten en perderse, en ir y desaparecer…

Bueno. Cambio y fuera.

A otra cosa mariposo, y…

Ya ni me acuerdo de cuales parte de BA-G-G ya fueron subidas a este humilde y viejo sitio, algo inestable a veces pero a la larga siempre fiel a sí mismo....(La invarianza, que le dicen).  Pero sigamos ahora con este otro, que vendría a ser así como el capítulo 5, dedicado a dos ejemplos superiores del “rock japonés” (la comilla indica siempre algo de sano escepticismo y distanciamiento).

LA FLOWER TRAVELLIN´ BAND Y LES RALLIZES DENUDÉS: DOS EJEMPLOS SUPERIORES DE ROCK JAPONÉS

“La música rock consiste en mover grandes cajas negras de un punto a otro de la ciudad en la parte de atrás de tu auto” (John Thompson, citado por Pere Ubu).


Si nos atenemos a un documento bastante conocido a estas alturas del “japo rock”, el primer álbum de la Flower Travellin´ Band, Anywhere (1970) (cuya portada es a la vez la tapa del libro JAPROCKSAMPLER de Julian Cope[i], que por lo visto ningún alma amable ha subido hasta ahora a la web -a diferencia de su KRAUTROCKSAMPLER- pero que mi querida madre me acaba de regalar después de un viaje que hizo) la selección de material para versionar no parece tan distinta de la de cualquier joven rockero del mundo: “Black Sabbath” la canción, “House of the rising sun” de los Animals, y una de King Crimson: “21th century schizoid man”. Nada mal, pero por original que resulte el tratamiento dado a ese material, tampoco parece muy fuera de serie, ¿no? Como sea, habrá que esperar sólo un año para obtener el aporte más definitivo de los FTB: el maravilloso álbum Satori (1971), que Cope pone en el puesto N°1 de su lista de 50 albums japoneses favoritos de ese período de tiempo, y destaca con razón su naturaleza única, pues sencillamente aún no se han grabado artefactos sonoros que se le puedan comparar.

A simple vista (o audición), el sonido no deslumbra por la pesadez que uno podría suponer, pero es a nivel sobre todo compositivo donde se manifiesta la singularidad de este ensamble nipón. Mediante un desarrollo en cinco partes, Satori es un viaje por panoramas que se alejan bastante de lo que ofrecía el hard y el prog rock más conocido de esos años. La vocalización no encuentra parangón en el mundo occidental, y más parece una batalla entre samuráis que…el encuentro entre luchadores de sumo que sería una imagen más adecuada para la abulia de Van Halen y Whitesnake…(no sé cómo llegamos hasta este punto). Haciendo escuchar este material a ciegas a una amiga el otro día, resultaba evidente para su oído que estábamos en una zona intermedia entre heavy metal y krautrock…pero en ningún caso adivinó que se trataba de una banda japonesa.  La portada y las gráficas del interior del álbum (eso sí que se aprecia con la vista) fue encargada al artista visual Shinoba Ishimaru, con gran resultado, en un estilo que integra elementos del budismo, hinduismo y la psicodelia: una silueta de Buda acoge en su interior a Jesús, un macho cabrío, los Beatles en su faceta de Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band, el submarino amarillo encallado junto a la oruga fumadora de Alicia que le da la espalda mientras mira al horizonte, y unos rockeros melenudos japoneses azotan sus instrumentos: Todo ahí.

En el caso de esta banda, es interesante tener en cuenta su origen, pues da cuenta de la tendencia a la disolución de barreras que estamos mencionando en esta parte del texto, y las sucesivas transformaciones y readaptaciones que estos procesos iban provocando en sus diversos protagonistas. Así, fue un veterano de fases previas de la música japonesa, Yoya Utchida, quien a su regreso al país diera forma a the Flowers, un septeto, casi a la manera de un supergrupo tomado tanto de bandas preexistentes de la escena Group Sounds, como de músicos ligados al jazz y agregando en voz a la encantadora Remi Aso.  Utchida había estado moviéndose desde fines de los 50, pasando de ser imitador de Elvis en japonés, a quedar deslumbrado por los Beatles y probar suerte en varias bandas, pero al ser expulsado de los que pasaron a ser the Tigers, se fue unos años a Europa, y regresó con toneladas de hard rock en la cabeza, y varios proyectos a realizar, principalmente la formación de esta superbanda, respecto a la cual en cierta forma su papel puede compararse al de Uwe Nettelbeck con Faust en el mundo del llamado krautrock (Uwe era un periodista radical, que escribía en konkret, y que convenció a Polydor records de que este combo serían “los nuevos Beatles”).

De a poco esa banda deviene hacia 1970 en la Flower Travellin’, con sólo dos músicos sobrevivientes del septeto (guitarrista y baterista), sumados a un nuevo vocalista y un bajista que tuvo que ser reclutado. La banda dejó una decena de discos, con a lo menos tres obras maestras, y cada uno es en sí mismo un concepto único que determinaba incluso la gráfica y el envoltorio del artefacto sonoro. En su sonido destacan un guitarrista virtuoso pero inteligente con total dominio de las escalas y modos orientales, Hideki Ishima, y la impresionante pero bastante bien dosificada labor vocal del protopunk rocker de cabello afro Akira “Joe” Yamanaka, reclutado del elenco de la versión japonesa de la ópera rock Hair, capaz de gritar infernalmente por momentos, y de mantener largos silencios hasta su próxima irrupción (cosa rara en los vocalistas de rock en general).

Pido disculpas por esta digresión, pero Hair fue presentado también en Chile en esos años, y no puedo dejar pasar esta oportunidad para exhibir un registro histórico que demuestra como los jóvenes estalinistas e izquierdistas en general se escandalizaban también por estas bacanales de pelo largo, desnudez, rock y excesos juveniles. Se trata del libro Viaje por la juventud, de Lucho Abarca y Juan E. Forch, editado en la colección “Nosotros los chilenos” de editora Quimantú –el gran proyecto editorial de la Unidad Popular-, en septiembre de 1972. Desde la página 32, bajo el subtítulo de “La tomadura de todos los pelos”, y acompañada de la foto de unos de los actores junto a la leyenda “’Hair’: en un rato les voy a mostrar la ‘tulinga’”, se hace una descripción resumida del espectáculo:

 “Aparecen en escena doce gallos y gallas argentinos. Chascones, jóvenes. Comienza la música de Acuario. Clao agarra el micrófono y con una voz entre agria y vinagre se larga a cantar la famosa canción de Hair. Después Suzy, una chicoca rucia bien computable; ella cuenta que estaba enamorada de Clao, allá en Buenos Aires, y de repente quedó embarazada. Se fue donde su mamá. Clao descubrió en el firmamento una estrella muy brillante. La siguió. Llegó al Bolsón, que queda como 1.000 kilómetros al sur. Agotado, se tendió y besó la Tierra Prometida. Al cabo de medio año regresó a Buenos Aires para conocer a Aladino. Pero resultó que Susy amaba a Teddy y también un poco a Clao, y como Clao amaba a Bárbara y Bárbara amaba a Suzy, no hubo ningún problema, y Suzy, Bárbara, Teddy y Clao, más el diminuto Aladino, se fueron al Bolsón. Hasta que se les acabó la guita. Entonces decidieron que en Argentina no había libertad. Se vinieron a Chile (y la encontraron en el “Eve”, a 500 lucas un par de tragos/ Además de esta pública narración, durante el show violan a Bárbara, acarician a Clao, crucifican a Teddy, se dan un banquete y se desnudan. Por efecto de las luces, no se ve ni cacho. Excepto los de primera fila, que alcanzan a divisar algo cuando un viejo verde y libidinoso prendió un encendedor para aguaitar. Y termina ‘De Todos los Pelos, el Pelo’”.   

Así que en esos tiempos era usual querer liberar al cuerpo de la ropa, mostrarse desnudos, y en eso los Flowers destacaron tanto con ocasión de la portada de Challenge! (1969), en colores, con tonos soleados y luminosos, la bella cantante Remi de espaldas en primer plano y los seis músicos al fondo también de espalda a excepción de uno de ellos que sostiene un periódico que cubre su entrepierna, como luego en la Flower Travellin´ Band misma en la del ya aludido Anywhere (1970), donde se ve a los miembros de la banda cabalgando sus motocicletas en completa desnudez, sin presencia femenina y ahora en blanco y negro. Cualquiera de esas dos portadas es por cierto mucho más interesante que la de Aguaturbia en su LP debut (1970). Pero se trata del mismo espíritu, en todo caso.


En cuanto al balance final de la banda misma a nivel sónico, no está lejos de la verdad Julian Cope cuando dice que destilan las mejores movidas de bandas como Led Zeppelin, Alice Cooper, Black Sabbath y the Who, sin sonar a copia, y en el proceso terminan siendo “los Can del rock pesado”.


En fin, en el plano del rock and roll tal vez mucho más impresionante que la mismísima Banda de la Flor Viajera, tenemos a Les Rallizes Denudes, que a estas alturas parecen ser bastante conocidos en el mundo de la melomanía hipster y no tanto, en parte gracias a las recomendaciones de Julian Cope. Me decía un camarada que hasta parece que habían traído una copia de uno de sus LPs a una tienda muy ondera del centro de Santiago de Chile. No me consta. No he ido. Nunca he tenido en mis manos un disco de ellos, y sólo estoy provisto de una decena de registros que descargué hace más de 10 años cuando usé durante meses el famoso soulseek[ii].

Lo importante es tener en cuenta que esta banda formada en el ambiente bastante libre y creativo de la Universidad de Doshisha, se mantuvo operando durante un asombrosamente largo lapso de tiempo. Empezaron a funcionar como banda hacia 1967 (o sea que a estas alturas sólo los Rolling Stones y los Scorpions son más viejos que ellos), autodenominándose a veces como La Banda  Negra Gitana de Música Radical, y debutando en el festival Barricadas A-Go-Go. A veces su sonido era en base a impros de ruido blanco puro y duro, y en medio de todo ese caos irrumpe un breve y simple y bello puñado de riffs y melodías que forman sus temas, curiosos hits que repetían una y otra vez, y en que lo que de inmediato cautiva al oyente es la mezcla de candor casi ingenuote del ritmo y la simplicidad pop de la melodía (una amiga una vez dijo que sonaba bastante “a-go-go”, y en realidad la canción en cuestión, “Noche de los asesinos”, casi suena como una variación eterna sobre el riff de I will follow him, de Peggy Lee), y las maravillosamente monstruosas explosiones de ruido generadas por la guitarra del cantante, Takashi Mizutani cuando de vez en cuando irrumpe masacrando la canción desde adentro. No en vano los apodaban como “los Velvet Underground japoneses”, referencia que si bien es más o menos adecuada, tampoco es totalmente justa. Mizutani impresiona incluso antes de oírlo: solo con su look. Junto a Haino deben ser de lo más “fashionable” que pudiera surgir de toda esta movida, pero por suerte los hipsters todavía no se disfrazan de ellos. La radicalidad extrema de su abordaje estético lo hace más que difícil. Por suerte.

Mientras los japoneses se gringificaban, los outsiders eran atraídos por el existencialismo y la literatura francesa. Eso explica el curioso nombre de la banda, que se dice en su falso francés designaba a personas estúpidas. En cuanto a su estética más visual que sonora, hay que destacar la admiración de Mizutani por la banda folk existencialista the Jacks, con su LP Vacant World (1968).

Según Cope, hacia los inicios de la banda en 1969, cuando Mizutani creía que entre otras razones el 68 era el año cero por haberse  editado el debut de Blue Cheer y el Luz Blanca/Calor blanco de Velvet Underground, se asomaron a un estudio y tanto el proceso como los resultados fueron tan desastrosos que llevaron a nuestro héroe a decidir no meterse nunca más a uno, y Mizutani definió 4 reglas muy sencillas como fórmula eterna de la banda:

1.- Nunca grabar en un estudio.
2.- Tocar sólo con músicos para los que la más ligera variación respecto del riff resulte ciertamente calamitosa.
3.- Nunca editar discos (nunca jamás).
4.- Persistir por tres décadas hasta que el mundo externo se entere.

A Mizutani se le han atribuido simpatías por el Ejército Rojo, y en efecto un bajista de la banda,   Moriaki Wakabayashi, tomó parte el famoso secuestro de un avión el 31 de marzo de 1970, un mes antes del inicio de protestas masivas por la ocupación gringa de Okinawa. Dicho evento resultó desastroso para el futuro de LRD, aunque no se puede negar que es parte del atractivo del estatus de culto de la banda. Según informa la prensa hace poco, Wakabayashi sigue hasta el día de hoy en Corea del Norte, y se ha declarado arrepentido de la acción, que ahora califica de “egoísta”[iii].

Hasta hace poco no tenía información clara acerca de estos eventos y su relación con la banda, pero es Julian Cope quien se encarga de dar una descripción que por lo relevante transcribiré íntegramente[iv]:

“Temprano en la mañana del 31 de marzo de 1970, la vida de Takeshi Mizutani cambió para siempre cuando el bajista de Rallizes Denudés, Moriyasu Wakabayashi, tomó parte en el infame secuestro del “Yodo-go Airplane”. Desafortunadamente para Mizutani y Les Rallizes Denudés, la acción de Wakabayashi garantizó que la banda fuera de ahí en adelante reducida a nada más que una nota al pie de un escándalo internacional. Poco después del secuestro, los otros miembros de Rallizes desaparecieron de la escena cuando Mizutani se encontró siendo perseguido por agentes federales de Japón que nunca lo arrestaron, pero que observaban sus acciones a la distancia. Sin embargo, la presencia de varios nativos de Estados Unidos a bordo del Yodo-go inevitablemente llevó la atención de la CIA a Japón, y estos caballeros eran de todo menos casuales en su observación de Mizutani. Finalmente, el líder de Rallizes se tuvo que esconder, y se cambió al departamento de un amigo en el exclusivo distrito de Aoyama. Habló de embarcarse en una carrera solista, o de reformar Rallizes como una banda acústica, pero lo que más le freía el cerebro eran los efectos colaterales del secuestro. Miembro tras nuevo miembro que entraba y salía, Mizutani invitaba a sus amigos Chahbo y Fujio de Murahatchibu a que fueran su banda de soporte, ¡solo para que luego ellos se robaran el nombre de Rallizes e hicieran conciertos sin él! Luego de ser incluido en el altamente relevante festival “Rock in Highland”, un gigantesco y prestigioso evento que tenía a bandas como Mos y Flower Travellin’ Band en la cartelera, Mizutani fue culpado cuando solo aparecieron 100 espectadores para el evento. Todo el mundo se mantuvo lejos porque Rallizes estaba presente, se decían los promotores del evento a sí mismos, y probablemente tenían razón. Este “gitano existencialista radical” estaba rápidamente transformándose en una figura humorística, un triste fracaso por el que la escena japonesa tenía que pasar. En agosto de 1970, cuando Mizutani se encontró con el cantante y compositor Masato Minami, mientras paseaba por el distrito de Shibuya en Tokio, los dos decidieron improvisar juntos e incluso hablaron de formar una banda mientras se armaban para tocar. Pero a penas Mizutani botó las paredes con su colosal phaseshifter y sus acoples de guitarra, el impresionado Minami “se dio cuenta de que la idea era realizable”. Determinado a reducir los niveles de depresión de su amigo lo más bajo posible, Minami invitó a Mizutani a contribuir con su guitarra al nuevo LP KAIKISEN (Trópico de Capricornio). Pero cuando el álbum de Minami se transformó en el altamente popular comienzo de una carrera de alto perfil, el amargado Mizutani se sintió incluso más rechazado, y continuó sin ser grabado y sin ser editado a lo largo de 1970.

Durante la mayor parte de 1971, Mizutani estuvo atrincherado en el departamento, aventurándose más allá de él sólo para comprar leche y otros abarrotes. Engañado y paranoico, a estas alturas estaba convencido de que el mundo estaba contra él. Cuatro años de tocar rock´n´roll no le habían conseguido más que una cola de la CIA, y todo tipo de talentos menores estaban de gira por todo Japón. Incluso peor, hacia el final de abril del 71 incluso los amigos más confiables desconfiables de Mizutani, Fujio y Chahbo de Marahatchibu, habían navegado exitosamente las riesgosas aguas de los estudios de grabación y consiguieron la promesa de un contrato discográfico. Ocasionalmente, una versión reducida de Rallizes tocaría en el club Oz, en Tokio, pero nadie iba porque el mundo había cambiado. Conciertos solistas serían estrujados entremedio de grandes actos como  los Mops, Blues Creation, Zuno Keisatsu y Speed, Glue y Shinki solo redujeron el espíritu de este gran nihilista, este verdugo sónico. Y lentamente Mizutani se perdió en el fondo. Su único héroe era el técnico de sonido de Oz, Doronco (cubierto de barro), pero incluso él estaba preocupado de publicar su propio periódico comunista. Una vez, el acólito de Mizutani, Keiji Haino intentó revivir la carrera de Mizutani al formar un power trío que solo tocaba covers de Blue Cheer, pero incluso esta idea murió antes del show y las cintas se perdieron. Hacia 1973, incluso el club Oz se había ido a la bancarrota, y Les Rallizes Denudés, ahora manejados por Doronco —el mismo, no el bajista— se encontraron sin tener dónde tocar en Tokio”.

Pese a toda esa carga, Mizutani ha sido capaz de reflotar una y otra vez a través del tiempo diversas encarnaciones de su banda. Demás está decir que en su versión del noise rock LRD van mucho más allá de las distinciones tradicionales occidentales entre hipismo/sicodelia, punk rock/hardcore, vanguardia/pop, etc., porque su amalgama sonora es una lava pura que derrite todas esas barreras.

Casi todos sus discos –que a estas alturas son varias decenas- suenan mal, y son piratas. Entre medio de todos ellos, me atrevo a recomendar mis favoritos: su doble en vivo de 1977, y otros que se han editado mucho después con nombres tan interesantes como El bebé ciego tiene los ojos de su madre o Más pesado que una muerte en la familia, además de compilados como Yodo-go-a-go-go. Si exploran en youtube, les será fácil encontrar incluso registro de sus tocatas en aquellos masivos y combativos festivales estudiantiles de la época.



[i] Julian Cope, Japrocksampler. How the post-war japanese blew their minds on rock’n’roll, Bloomsbury Publishing, Londres, 2007.
[ii] Consultado este camarada para efectos de esta investigación ratifica la historia y agrega que era una copia del “Heavier than a death in the family”.
[iii] Kyodo News, "Ex-Red Army Faction Member Says Airplane Hijacking Was 'Selfish'", March 31, 2010.
[iv] Tomado de Japrocksampler. Páginas 173 a 174. Traducción realizada la madrugada del 4 de febrero de 2017 a medias con el camarada RB mientras bajábamos una botella de tequila y escuchábamos Heavier tan a death in the family.

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martes, agosto 29, 2017

Movimiento (Nuevo Orden)/A&C#9 portada/Barricadas 


-Excelente caminar bajo la lluvia con audífonos al máximo volumen tocando el Heathen Earth de Throbbing Gristle. Nunca lo hago pero…es verdad que caminar adquiere nuevas aristas con ese tipo de apoyo sónico.

Pasemos de 1980 a 1981.


Amo profundamente y desde siempre a Joy Division. Pero no podría decir lo mismo de New Order. En todo caso, me parece de una belleza impresionante su primera época, en que eran como JD pero sin Ian Curtis. Así sonaban. Como JD, con una presencia fantasmal y triste, pero siguiendo admirablemente hacia adelante y sin mirar atrás. De a poco se asomaban elementos nuevos en su sonido, más propios de los 80 que de los 70, y así llegaron a ser una entidad completamente diferente y archifamosa y millonaria. Pero al editar este álbum por Factory records en 1981, estaban aún en plena y dolorosa transición. Me gusta cuando la música puede reflejar todo eso.  Movimiento…

-La portada:



-Barricadas A-Go-Go: son sólo 60 copias, y se acaban más bien rápido. Consiga un ejemplar. Si no le gusta, déjelo circular.

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lunes, agosto 28, 2017

Mundo salvaje 


“En resumen: el final del “Rock’n’Roll” – como actitud, como forma de conocimiento, y como una manera de hacer ruido, amablemente considerado música. El Rock and Roll es para lameculos. El Rock and Roll y ahora el Pop están infectados por una enfermedad terrible y terminal: la inevitabilidad de su obsolescencia en tanto forma”.

(Jon Savage, Notas para el album de Throbbing Gristle “Heathen Earth. The live sound of T.G.”, Industrial records, 1980).

Para grabar este album se invitó a la sala de ensayo a un selecto grupo de amigos. 24 (incluyendo a la banda, y a Jon Savage).


En la portada original aparece esta cita de Charles Manson: “¿puede el mundo ser tan triste como parece?”.

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miércoles, agosto 23, 2017

A&CN°9 y Barricadas A-Go-Go en la feria del libro de Villa Olímpica este sábado 26 


Ya está listo el nuevo número de Anarquía & Comunismo. En esta ocasión trae los siguientes contenidos:

-Mapeando la represión: encierro psiquiátrico, lobotomía y electroshock.
-1° de mayo contra el trabajo asalariado: consideraciones generales sobre su historia y conmemoración/El 1° de mayo en santiago y algunos apuntes sobre el combate callejero.
-Síntesis revolucionaria y descomposición capitalista: aportes para la comprensión y construcción de una posibilidad comunista ante "el fin de la historia".
-Afilando las palabras: Comunización (cuarta parte).
-Hemos recibido: Revista Germinal 1; La Oveja Negra 48: Revista Internacional 157; blog Agitación Inmanente.

Gratis en donde se le pille, y también disponible en anarquiaycomunismo.noblogs.org

Además, ya está disponilbe en papel "Barricadas A-Go-Go". Son pocas copias, y se distribuirán principalmente en FLIA/Tercer Asalto, en Persa Bio-Bio, y puntualmente en esta Feria del Libro en Villa Olímpica.

Los dejo con otro capítulo del ibro. 
    

INFLUENCIAS OCCIDENTALES EN JAPÓN E INFLUENCIAS JAPONESAS EN OCCIDENTE. DISOLUCIÓN DE VARIAS BARRERAS GEOGRÁFICAS Y SOCIO-MUSICALES

“Soy más japonés que los japoneses” (Karlheinz Stockhausen).

Dada la hegemonía clara de formas de “música occidental”, nos guste o no, todas sus formas se mezclan y reciben diversas formas de uso, tergiversación y readaptación tanto en otros centros imperialistas como en todas las periferias a la larga …Los izquierdistas más reaccionarios chillaban de rabia al ver a los jóvenes distraídos con guitarras eléctricas y dejándose el pelo largo. Pero en Japón aquí y en la quebrá del ají se desarrollaron en estrecha competencia dos fenómenos inevitables: expansión de la contracultura como una variedad de crítica radical de la vida cotidiana/mercantilización y a la vez intentos permanentes y sistemáticos de neutralización de dicho potencial crítico de la cultura juvenil, como maniobra ya especializada de la industria cultural (el último y más claro caso: véase como manejó al PUNK, pero así y todo, los resultados son ambiguos y ambivalentes…)[i].

A grosso modo uno podría señalar que en retrospectiva la mayor influencia sónica que dejó la producción de artefactos musicales a inicios de los 70 puede sintetizarse en los ejemplos de Black Sabbath y John Coltrane. En ambos casos, trato de dejar de lado mis gustos personales: me concentro en lo que creo sintetiza mejor el nivel de desarrollo de las “fuerzas productivas estéticas” de esa época, y que yendo mucho más allá que su envase meramente comercial, eran dos tipos de materiales que emblemáticamente llamaban a mucha gente a atreverse a explorar el sonido, sea con un “cuernófono” (no me refiero bajo esta denominación al teléfono de los Picapiedras, sino que a cualquier tubo o material natural o sintético que sirva como base de un instrumento de viento, artefacto que tiene a su favor el hecho de poder hacer harta bulla sin necesidad de enchufarlo a la corriente eléctrica, a diferencia de la instrumentación usual del rock), o con el formato clásico del combo de hard rock: guitarra, bajo, batería y micrófono de voz[ii]. Si Ud. discrepa de mi elección se puede acudir a alguna otra dupla de combo rock e instrumentista de jazz: Ornette Coleman y Stooges, Velvet Underground y Miles Davis, MC5 y Eric Dolphy, The Who y Cecil Taylor, etc. Aunque no: Cecil Taylor toca piano, no vientos. En fin. La idea es la misma.

Para el caso de la (contra) cultura japonesa de esos tiempos, por alguna razón, y tal como lo ha destacado en entrevistas el señor Keiji Haino, por alguna razón insisto la dupla más influyente y mítica fue la de Blue Cheer y Albert Ayler. A medio camino entre ambas vías  se citaba también la influencia de los alemanes de Guru Guru (un caleidoscopio de rock ultradenso pero humorístico y fragmentado a morir, nunca superado en los niveles de expresión que alcanzan sobre todo en el álbum UFO de 1970[iii], y en menor medida en Hinten de 1971). Y no me cabe duda de que por ahí van las influencias expresadas notoriamente en agrupaciones de Haino como Lost Aaraaff y Fushitsuha (proyecto que mantiene hasta el día de hoy).

De todas formas, si no todos los japos de que hablaremos eran seguidores entusiastas de Ayler, es fácil imaginar el impacto de la gira que hizo Coltrane en 1966, que está documentada en una caja de 4CDs, con una formación propia de su última y más furiosa época (en vez del cuarteto clásico: Pharoah Sanders en saxos tenor y alto; Alice Coltrane en piano; Jimmy Garrison –sobreviviente del cuarteto- en contrabajo; Rashied Ali en batería). En este set la famosa y adorada “My favorite things” (versión de Rodgers-Hammerstein) dura 57 minutos y ocupa el cuarto CD entero. En los 44  minutos de “Leo” en el disco tercero Trane y Pharoah se dan tiempo hasta para retarse a duelo con los saxos altos que les acababa de regalar Yamaha…

El power trio Blue Cheer es algo más antiguo que Black Sabbath, y fueron los auténticos pioneros del sonido del heavy metal, pero por la influencia avasalladora de los chicos de Ozzy (junto a otros megavendedores de hits como Led ZeppelinDeep Purple), terminaron siendo injustamente relegados a un lugar casi de culto (junto a otras dos grandes B del género Heavy Metal: Budgie, y Blue Oyster Cult). Lester Bangs alababa el efecto sonoro de la ineptitud de la guitarra, y por esa vía los ubicaba entre el panteón de los pioneros del Ruido Horrible. En A reasonable guide to horrible noise (1981) Lester decía que: “Estos tipos pueden haber sido la primera verdadera banda de heavy metal, pero lo que importa acá no es si Leigh Stephens dio nacimiento a ese gruñido de macho antes que Mark Farner –de Grand Funk- (ambos se lo robaron a Hendrix) sino que sus overdubs de guitarra sub-sub-sub-sub Hendrix se encuentran unos con otros tan ineptamente que convergían en una atonalidad realmente vivificante”. Sus dos primeros y más relevantes albums, Vincebus Eruptum y Outsideinside eran de 1968, justo el inicio del período que estamos analizando aquí, y tienen toda su marca registrada de uso/abuso del feed back y agujeros negros de puro ruido eléctrico.

Ayler podría ser visto como hijo de Coltrane, pero en realidad lo que más bien ocurrió fue un proceso de influenciamiento recíproco en el más alto nivel de la expresividad y creatividad individuales. Sin el sonido de Ayler, no podríamos ni imaginar el nivel de intensidad y expresión humana pura a que llegó Coltrane en su tramo final, justo antes de morir. Además, creo que es evidente que es la escuela ayleriana del free jazz la que mayor efecto de inspiración y contagio hacia otras formas musicales ha tenido…lo cual resulta evidente si escuchamos al Capitán Beefheart  y su Banda Mágica de fines de los 60, a los Stooges, MC5 y otras bandas que se atreven a incorporar el “chantofón”[iv] a su sonido.

Pero en el año de nuestro señor de 1966 no fue sólo Coltrane quien visitó Japón, sino que ese mismísimo año fue la gira japonesa de los Beatles -con enorme despliegue policial dadas las amenazas de odiosos estudiantes reaccionarios y nacionalistas-, que hicieron 5 conciertos en que tocaron siempre el mismo set de 11 canciones[v], y la visita por un espacio más largo de tiempo del compositor alemán Karlheinz Stockhausen. No es posible exagerar el diferente pero de todas maneras profundo impacto de cada una de esas visitas ilustres en el desarrollo de la escena que estamos analizando aquí. Por si fuera poco, en 1962 había visitado la isla el compositor norteamericano John Cage, en el memorable evento titulado JOHN CAGE SHOCK, que entre otras cosas marcaron el debut de las performances de Yoko Ono. En esa ocasión, decidió poner micrófonos en los WC del baño del teatro en que Cage se iba a presentar, amplificando los sonidos en la sala. Las influencias van en todas direcciones: ya antes la música de guitarras de los Shadows y los Ventures había causado gran entusiasmo en Japón, de la mano de la fabricación de miles de guitarras eléctricas y el surgimiento del sonido eleki. La gira de los Beatles inspirará el surgimiento de decenas sino centenares de bandas juveniles que, por no poder pronunciar bien “rock and roll” (lock and loll) prefieren denominarse como “Group Sounds”. Mientras, tanto Cage como Stockhausen aprovechan de entrevistarse con el filósofo zen  D.T. Suzuki. En esos años John Lennon telefoneaba constantemente a Stockhausen, que acababa de tener una estadía en Gringolandia donde pudo ver en vivo a Jefferson Airplane y declarar que le habían “volado la cabeza”, y dos de cuyos discípulos en Alemania eran los miembros fundadores de CAN[vi], y en el Album Blanco de los Beatles se incluye la magnífica pieza de musique concréte llamada Revolution N° 9

Todas las barreras del mundo separado se empezaban a derretir, lo cual parece un signo claro de épocas revolucionarias.

En todo caso, no sería una visión completa fijarse tan sólo en la influencia que va desde el Oeste al Este, sino que hay que tener en cuenta el largo proceso, muy bien descrito por Julian Cope en su libro, que va también en un sentido opuesto, que comienza ya a inicios de los 60, y que deriva en una especie de obsesión occidental por todo lo orientaloide en general (estética, filosofía, música) y lo japonés en particular. En ese proceso juegan un rol importante no sólo los artistas sonoros y/o visuales como Yoko Ono y su primer esposo, Toshi Ichinayagi (un pianista de formación académica rigurosa y discípulo de John Cage, que fue el primer artista en interpretar las obras de Cage en territorio japonés, y que como veremos luego de su proceso de psicodelización terminó colaborando con bandas como los Flowers), además de formaciones tan singulares como el Group Ongaku y después los Taj Mahal Travellers, sino que también colectivos de arte subversivo como los Hi-Red Center, uno de cuyos miembros, Genpei Akasegawa, fue perseguido, juzgado y condenado por “falsificar” moneda japonesa como parte del sobre en que se enviaban invitaciones a una de sus exhibiciones en Tokyo.

Los Hi-Red Center a su vez influyeron al movimiento Fluxus de Nueva York, donde fueron invitados por Maciunas en el año 1966, ocasión en que difundieron un interesante poster/mapa de Tokyo con las acciones directas urbanas que habían realizado desde 1963, además de ejecutar las propias en Nueva York, incluyendo su detallada operación de limpieza de la calle en Grand Army Plaza, dejando su sello: pintar una parte de la plaza con su color rojo característico.




[i] Para el caso de los hippies y la contracultura de los 60, en relación a la cual el punk funciona en parte como negación/realización superadora (“aufheben”), valga conectar este texto con una interesante nota hecha por el traductor del libro de Santini ya referido: “El movimiento de rebelión que se desarrolló en norteamérica desde fines de los 40 hasta la segunda mitad de los 60 estaba fuertemente arraigado en las tradiciones sociales oprimidas del continente: la cultura negra, las cosmovisiones aborígenes y el movimiento obrero de los wooblies, lo que quedó de manifiesto en su literatura, su música y el modo de vida que inspiró a los jóvenes. Naturalmente, tales expresiones “culturales” fueron convergiendo cada vez más con la insubordinación social expresada sobretodo en el movimiento contra la guerra de Vietnam. La recuperación política y publicitaria de este movimiento, bajo la forma del “underground” (sumada a la sangrienta represión de algunos de sus componentes más radicales),tuvo algunos momentos reveladores: la veloz decadencia del distrito contracultural de Ashbury Heights en San Francisco; el autista festival de Woodstock y el incidente de Altamont, donde el “poder de las flores” derivó en una violentísima batalla campal entre hippies dopados; la alocada historia de intrigas que implicó a Andy Warhol, Valerie Solanas y el «Manifiesto SCUM»; etc. Estos episodios ocurrieron mientras estaban en funcionamiento las operaciones MHCHAOS y COINTELPRO de la CIA, ambas diseñadas para neutralizar al movimiento contestatario. Se sabe, por ejemplo, que la CIA mantuvo estrechas relaciones con personajes underground como Timothy Leary y Gloria Steinem (apóstoles de la liberación sicotrópica y del feminismo, respectivamente) y que tuvo mucho que ver en la proliferación de drogas desestructurantes y contenidos culturales reaccionarios encubiertos bajo una apariencia emancipadora”. F. Santini, Apocalipsis y sobrevivencia, Comunización ediciones, 2016, nota 14, págs. 94-95.

[ii] En rigor esa es la instrumentación básica del “rock pesado” en sus diversos formatos. Debo la aclaración sobre este punto a mi hijo, que cuando tenía como dos años de edad una vez me dijo: “para tocar ´Iron man´ se necesita una guitarra, un bajo, batería y xilófono”. Yo lo refutaba diciendo “no hay xilófono en Black Sabbath!”, hasta que me di cuenta que por “xilófono” él quería decir “micrófono”…Y tenía toda la razón: el instrumento o artefacto que usa el vocalista es el micrófono, y todo el rock (a pesar de la moda relativamente reciente de los unplugged) se basa en las posibilidades de la voz amplificada.

[iii] Es difícil describir la música en palabras, pero acudiré a David Stubbs que ya refirió este álbum de manera bastante adecuada: “Hay fragmentos de wah-wah que se pierden, ruidos no identificables ahogados en montículos de grava. Llegado cierto punto, uno se encuentra vadeando en un agua oxidada sumergido hasta la cintura. Es un  ruido de rock crudo apenas modificado, sometido al mismo tipo de aniquilación por abstracción que se había abatido sobre el jazz en su fase histórica terminal ‘free’. Crescendos ensordecedores escalan a una confrontación brutal con los escombros recién dinamitados de todos los preconceptos sobre la forma, la dirección y el origen del rock (…)”. En cuanto a comparaciones, Stubbs dice que “partes del disco hacen que Throbbing Gristle suene como Depeche Mode”, y que “solo en años recientes, en su fase tardía y de madurez –y aún así solo en sus márgenes exteriores, a decir verdad, el metal se ha acercado a una forma similar de tocar, a algo de esta intensidad y densidad viciosas” (Krautrock, págs. 311 y 312. Al igual que Can, Faust y Amön Düül, Guru Guru era una banda-comuna.

[iv] Chantofón: 1.- Un saxofón tocado chantamente. 2.- Un instrumento de viento  con lengüeta relativamente precario al que no le da para ser considerado en propiedad un saxofón.

[v] Partiendo todas las veces con su versión de “Rock and roll music”, de su majestad Chuck Berry. Debo señalar que cuando redacté esta parte de mi escrito el 17 de marzo de 2017 estaba convencido de que Berry había muerto hace poco, así que había agregado “Que En Rock and Roll Descanse” y  cuando buscaba en internet los años de nacimiento y muerte para poder referirlos a continuación me di cuenta de que no había muerto. Más grande fue mi sorpresa cuando un par de días después vi en la televisión que acababa de morir, el 18 de marzo. Así que ahora sí que sí: Chuck Berry, QER´n’RD, 1926/2017.

[vi] Holger Czukay y Jaki Liebezit (Q.E.R’n’R.D, 1938/2017). 

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