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viernes, febrero 27, 2009

La verdad está marchando, ¿a donde?/Something to DU 

Extraño pero cierto.
En su set en Viña del Mal Carlos Santana ofreció una versión de "Truth is marching in" de Ayler (Alberto el Grande), que era incluso peor que la de Marc Ribot en su proyecto Spiritual Unity. Ni siquiera anunció al autor, pero en fin, supongo que da lo mismo.
Sabía de homenajes santaneros a Coltrane -y bueno, en la fase de Devadip Carlos Santana hasta hubo dos megaencuentros místicos en album entre él y la viuda Alice de Coltrane. No muy buenos, pero graciosos, y el humor siempre se agradece-, pero este "homenaje" me sorprendió.

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Como no podía dormir durante toda la noche, a eso de las 3:30 puse a volumen moderado uno de las mejores colecciones de canciones pop de todos los tiempos:




Ese lo compré visitando a mi familia en Malmo (Suecia) el 94. Lo extraño es que no me gustó mucho al principio (prefería mil veces escuchar a "Everything falls apart"), y luego de las primeras 7/8 canciones me aburría un poco. Ahora no puedo escucharlo de otra forma que de corrido, hasta el maravilloso final. Son las últimas 20 canciones que nos regaló Husker Du en 1987 para que el mundo nos asqueara un poquito menos: canciones enérgicas y bien diferentes entre sí, con sonido limpio y casi celestial, mamón y pretencioso pero ES PURO HUSKER DU!!!

En 1994 este abum me parecia lejano en el tiempo, pero eran solo 7 años de distancia temporal. Ahora este album (doble en vinilo, CD de 70 minutos) tiene 22 años de edad, y no hace sino envejecer cada vez mejor: es como un hermano menor que envejece junto a uno.

En cierta forma, la madurez de HD es comparable a la de The Jam (y hoy en día prefiero claramente Snap o Sound affects que In the city: lo que es la vejez).

Por lo visto, decir estupideces es gratis:

"...siendo una seminal banda que trazó el camino a seguir a toda la pandilla de los 90, nunca consiguieron traspasar la frontera de sus acerrimos continuadores (siempre para mi humilde opinión).

"Warehouse: songs and stories" fue el album de despedida. Los dos gallitos (Mould y Hart) ya no se aguantaban, e idearon un conjunto de 20 canciones firmadas mitad uno mitad otro, donde se resume su ideario musical: rock melodico, a veces cercano al punk, a veces al pop, dejando a la voz de Bob el mando de una nave que naufragó por cansancio y hastio de sus dos cabezas visibles.

A reseñar la violencia de "You can live at home" y el pop de "Could you be the one?" que sentó las bases del proyecto siguiente de Mould. Luego hay cosas más macarras como "She floated away" y rock de toda la vida, "Actual condition". Lo demás, bastante irregular".

(Blog el Varapalo) (está claro que a este huevón le gusta más Sugar y Pavement y esas mierdas).

Para difrutar solitariamente en casa:

Could you be the one?


HD presentando el album en TV , mostrando todo su encanto y carisma grupal y personal (ciertamente, eran mejores tiempos), y donde se explaya hablando de las razones de su ablandamiento progresivo. (Nótese el bigote de Greg Norton: con mostacho sólo en la mitad derecha de la cara)

Pero uno podría pensar que eran aun mejores tiempos unos pocos años antes, por ejemplo, en este concierto en Minneapolis en 1981. Ciertamente, la banda fue de las que por ahí en 1978/79 inventaron el hardcore punk. ¡Y pensar que hoy en día llaman "hardcore" a un tipo de rap/metal con letras sobre amistad, rudeza, traciones e ingesta de verdurita!

jueves, febrero 26, 2009

¿te la sabes? 




Marx: ¿Te sabes "La emancipación de los trabajadores sólo la podrán lograr los trabajadores mismos"?
Lenin: No, pero muéstrame como empieza y yo chamuyo el resto.

mal sueño 


No suelo tener problemas de sueño, pero dormí muy mal. Soñaba que Castoriadis decía que estaba aburrido de la comida que servíamos en las reuniones. Algo con Rosa Luxemburgo que no recuerdo bien. Y trasladaba preocupaciones del día: si dejar en una revista un texto de Gramsci o mejor uno de Korsch... Pero todo era muy tormentoso, despertaba a cada rato entre angustiado y rabioso.
Para calmarme puse un disco casi al azar: resultó ser Humpty Dumpty LSD, de los surfistas del hoyo del culo. Recordé mientras escuchaba un diálogo entre Humpty Dumpty y Alicia que los situacionistas reprodujeron en algún número de su revista:

“Cuando uso una palabra,” dijo Humpty Dumpty con un tono bastante soberbio, “esa palabra significa exactamente lo que yo quiero que signifique... ni más ni menos.”
“El tema es,” dijo Alicia, “si puedes hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.”
“Es tema es,” dijo Humpty Dumpty, “quién es el que maneja las palabras... nada más.”

En Humpty Dumpty los Butthole Surfers metieron una serie de temas tomados de compilados de Touch and Go, colaboraciones con Daniel Johnston (el loquito que luego de que estos mismos hijos de puta le convidaran ácido quedó irreversiblemente mucho más palacagá que antes. Dan una película sobre él en el cable estos días), versiones embrionarias de temas que luego saldrían en albums más taquillas, etc. Hay desde sicodelia en el puro estilo texano drogón de estos cabros a canciones casi punks y experimentos medio difíciles de soportar pero todo es posible con las compañías adecuadas. (Lo bueno deste tipo de "relleno" es que te deja descansar el cerebro, y luego cuando arremete un buen tema se le valora más). En todo caso, putas que les hizo mal el grunge y lo años 90 a esta banda y hablando de eso:

VIENE SONIC YOUTH
LO TRAE PEPSI

(Y cuesta como 20 lucas la entrada más barata).

Luego recordé una vez que soñé que estaba Debord acá en el living, y en la cocina lo único que tenía para ofrecerle era un poco de tinto que estaba bien avinagrado (y Ud.?), y otra vez que soñé que estaba en el funeral de Mao (y odio a ese estalinista chino!), y después de eso me acordé que el amigo Gomberilo mandó unas fotos de un concierto reciente de los Surfistas en Barcelona -Qué buen tipo Gomberoff. Imposible aburrirse si anda cerca. Y fue padre hace poco.¡Felicitaciones! (vamos quedando tan solo dos o tres cuarentones sin descendencia)-. Dos fotos:



Y eso. Ahora me dio sueño.

workinprogres 



Volviendo a la Internacional Situacionista y la forma en que usaron el concepto de ideología, es posible afirmar entonces que:

-La IS fue capaz de volver a Marx, dando un salto por encima de un siglo de socialdemocracia (en sus dos variedades: reformista/evolucionista y radical/voluntarista) reivindicando una teoría crítica proletaria, comunista, que ejerce implacablemente la labor de demolición de todas las ideologías existentes.

- La noción situacionista de ideología -a diferencia de ciertos “cientificistas” que, luego de los torpes intentos burocráticos por ocultar o negar valor a las obras inéditas de Marx, trazaron una severa distinción entre un “joven Marx” filosófico, y un “Marx maduro”, economista político y “científico”-, reconoce en toda la trayectoria de Marx una preocupación permanente por ciertos temas cuyas diferentes formulaciones nunca abandonan el “punto de vista unitario” o la perspectiva de la totalidad .

-En las implicancias políticas del uso del concepto negativo de ideología, la I.S. es más fiel a Marx que el “marxismo” de su tiempo. Pues si hasta para un Lukács –escribiendo cuando nadie había podido todavía leer La ideología alemana- fue posible definir al marxismo como “expresión ideológica de la clase proletaria en vías de emancipación”, la ideología es para Marx “una solución a nivel de la consciencia social de contradicciones que no han sido resueltas en la práctica”. Su efecto específico es “el ocultamiento o representación inadecuada de la misma existencia o carácter de esas contradicciones”. Esta distorsión producida por la ideología “no es el patrimonio exclusivo de ninguna clase en particular”, pues puede producirse en todas las clases, “pero la ideología sólo sirve los intereses de la clase dominante” (Larraín, vol.1, pag. 75 y ss.).

“La clase que impera en la sociedad materialmente, impera a la par espiritualmente”, pues la clase que tiene los medios de producción materiales “dispone también de los medios para la producción espiritual” (Marx y Engels, La ideología alemana, p. 82). Es en esa lógica donde se inscribe la noción marxiana de ideología: “pensamiento dominante que no hace sino traducir idealmente el estado de cosas en vigor, el estado de cosas que, precisamente, pone en manos de una clase dada, las riendas del poder”.

En el dominio de las ideas, cuando el pensamiento de la clase dominante se impone, “se acaba por olvidar que esas ideas tienen su raíz en un estado de cosas materiales y son producto de la clase dominante. Se les mira como verdades eternas” (ídem, p. 83). Es el famoso efecto de naturalización.

Algo más adelante en el texto de Marx y Engels (cuyo manuscrito data de 1845/46 pero que fuera publicado recién en 1932 por Riazanov), tras señalar el proceso histórico en que una clase se constituye como revolucionaria, genera su propio pensamiento y lo hace aparecer como expresando un interés general, para luego constituirse en nueva clase dominante, aparece una frase decisiva y susceptible de varias lecturas diferentes:

“Naturalmente que el fenómeno que hemos ido describiendo desaparecerá el día en que la sociedad deje de estar dividida en clases. La ideología de una clase particular debe revestirse de apariencias de ideología general de una época, al solo objeto de que esa clase pueda dominar a las demás. Pero si cuando no haya más clases, tampoco habrá clase dominante ni, por tanto una ideología propia de esa clase” (p. 86).

Las interpretaciones de raíz leninista y gramsciana podrían ver en esta frase la justificación de una “ideología socialista” como parte del último ejercicio de poder estatal asumido por el proletariado. Otros podrán distinguir entre ideologías particulares y generales. En la versión situacionista, la actitud comunista ante la ideología no es muy diferente a la actitud revolucionaria ante el Estado y la nación, en sintonía con Marx y Engels cuando afirmaban que “hay una clase que no tiene absolutamente ninguna especie de intereses nacionales: EL PROLETARIADO”, al que definen justamente como la clase que “ha roto por completo con el mundo antiguo, y le ha declarado la guerra” (ídem p. 112).

-A similitud del Marx “no marxista”, la I.S. se preocupó especialmente de negar a priori la posibilidad de conversión de su propia obra en ideología. Desde un inicio definieron al “situacionismo” como un “vocablo carente de sentido, forjado engañosamente por derivación de la raíz anterior” (“situación construida”, “situacionista” ). Por eso, para ellos “no hay situacionismo, lo que supondría una doctrina de interpretación de los hechos existentes. La noción de situacionismo ha sido concebida evidentemente por los antisituacionistas” (“Definiciones”, en Internationale Situationniste N° 1, diciembre de 1958).

-En la medida que la I.S. no estaba obsesionada con reivindicarse como el marxismo “verdadero”, pudo potenciar todo el valor de uso de Marx y de la mejor tradición marxista crítica, sin necesidad de cerrarla en un sistema o doctrina. Otros grupos consejistas de la época como Socialisme ou Barbarie y Pouvoir Ouvrier (en los que Debord y otros situacionistas militaron durante un cierto tiempo, como actividad paralela a la I.S.), al insistir en la construcción de un marxismo revolucionario y auténtico terminaron en la vía de la autodisolución y con varios de sus militantes intentando “superar” la tendencia a afirmar una nueva ortodoxia por la vía de declarar al marxismo y a Marx en bloque como obsoletos: los momentos de mayor decepción “marxista” en Korsch y la abierta declinación de las trayectorias personales de Castoriadis, Lefort y Lyotard son ejemplos claros de este tipo de desarrollo (que parece darle cierta razón al Lukács de “¿Qué es el marxismo ortodoxo?”: “este método sólo puede desarrollarse, perfeccionarse; porque todas las tentativas de superarlo o de mejorarlo tuvieron y no pueden dejar de tener otro efecto que hacerlo superficial, banal, ecléctico”). En retrospectiva, Castoriadis llegó a decir que en cierto momento tuvieron que escoger entre seguir siendo marxistas o seguir siendo revolucionarios.



Así que, en conclusión, a la cuestión de “ser o no ser marxistas” la IS no le daba más importancia que el propio Marx. Frente a las definiciones de fondo, se trataba de una cuestión más bien secundaria (si fuera por hablar de “el marxismo de la IS” -asumiendo que resulta tan poco legítimo como hablar de “el marxismo de Marx”-, este sería abiertamente no dogmático, y anti-ideológico: ¿cabría tal vez incluirlo dentro de la noción lukacsiana del “marxismo ortodoxo”?). Lo importante, para ellos y para nosotros ahora, es seguir desarrollando en las condiciones históricas actuales una teoría revolucionaria proletaria, abierta, crítica y dinámica. En esta tarea, tal como señalaba Korsch hacia 1950, “Marx es hoy simplemente uno de los muchos precursores, fundadores y continuadores del movimiento socialista de la clase obrera. No menos importantes son los socialistas llamados utópicos, desde Tomás Moro a los actuales. No menos importantes son los grandes rivales de Marx, como Blanqui, y sus enemigos irreconciliables, como Proudhon y Bakunin. No menos importantes, en cuanto a resultado final, los desarrollos más recientes tales como el revisionismo alemán, el sindicalismo francés y el bolchevismo ruso”. Esta reacción de Korsch, comprensible aunque tal vez exagerada (pues se piense lo que se piense sobre el o los marxismos, la obra inconclusa de Marx todavía espera a seguir siendo desarrollada ), en el fondo apunta a lo correcto. De todas formas, a su listado cabría agregar hoy un largo etcétera.

Además de la coherencia que presenta el no asociar la teoría revolucionaria al nombre de un individuo en particular, por genial y señero que éste nos resulte , una concepción como la de la I.S. (y también la del Korsch tardío) permite avanzar hacia la superación de la ya innecesaria división de los proletarios revolucionarios en “marxistas” y “anarquistas” (sobre todo asumiendo que en cuanto al grueso de su aporte “teórico”, Bakunin reivindicaba, aunque críticamente, la obra de Marx). Por otra parte, si en el terreno de esta tradición resulta necesario afirmar un marxismo “abierto” frente a otro cerrado, uno “libertario” frente al autoritario, uno “crítico” frente a otro positivista, el marxismo “revolucionario” frente a otro reformista, y así sucesivamente, no se entiende bien la ventaja de insistir en seguir reivindicando “el marxismo” en general, o en abstracto. Demás está decir que en la historia el marxismo lo que ha sido hegemónico no es precisamente el marxismo revolucionario y abierto.

Excede los límites de este texto referirse a este tema en detalle. Pero contra cierta tendencia a ver en la I.S. un híbrido “anarcomarxista” o “marxista libertario”, hay que destacar que los situacionistas, al igual que muchos otros consejistas y comunistas de izquierda, más que proponer un híbrido entre marxismo y anarquismo, o conformarse con moverse en un terreno intermedio entre ambos, se inclinan por superar dicha división suprimiéndola .

En “El proletariado como sujeto y como representación” Debord, luego de relatar la “fundación” del marxismo como victoria del positivismo socialdemócrata, se refiere en estos términos a la división en marxistas y anarquistas que se produjo en los momentos de reflujo de las luchas de la primera Internacional: “La derrota y represión que pronto halló hicieron pasar al primer plano un conflicto entre dos concepciones de la revolución proletaria que contienen ambas una dimensión autoritaria para la cual la auto-emancipación consciente de la clase es abandonada” (Tesis 91).

Debord ve una cierta simetría en las diferencias entre “marxismo” y “bakuninismo”. Su diferencia es doble: radica tanto en la concepción sobre el poder en la sociedad revolucionaria, como también en cuanto al tipo de organización necesaria en el presente. Lo curioso es que “al pasar de uno a otro de estos aspectos, la posición se invierte”. Así, mientras la superioridad de la perspectiva de Bakunin por sobre Marx es clara en cuanto a su desconfianza en el uso “transitorio” del poder estatal como medio para lograr la abolición de las clases, Marx tendría razón al denunciar en Bakunin y sus partidarios en la Alianza “el autoritarismo de una elite conspirativa que se había colocado por encima de la Internacional”.

Desde ese momento, anarquismo y marxismo quedan constituidos como ideologías rivales dentro del movimiento obrero. Tal como lo expresa Gilles Dauvé, “a mitad del siglo XIX se produjo una verdadera escisión dentro del movimiento revolucionario entre lo que fue convertido en necedad como marxismo y anarquismo. Más tarde, por supuesto, la escisión se hizo peor” (Dauvé, 2002).

Ambas corrientes históricas han tenido una expresión reformista y otra revolucionaria, y en las revoluciones de los dos siglos que pasaron se han encontrado sucesiva o al mismo tiempo a uno y otro lado de las barricadas (Kronstadt y mayo del 37 en Barcelona son los ejemplos más terribles).



La ventaja de considerarlos como ideologías está en que queda así muy clara la necesidad de superar lo que esa división tiene de falso problema. Para Debord, cada una de ellas contiene “una crítica parcialmente verdadera, pero perdiendo la unidad del pensamiento de la historia e instituyéndose ellas mismas en autoridades ideológicas” (como en el caso de la socialdemocracia alemana y la Federación Anarquista Ibérica: organizaciones poderosas puestas fielmente al servicio de estas ideologías, con resultados desconcertantes en todas partes).

Con todo, creo que no podría reducirse ni al marxismo ni al anarquismo meramente al estatus de “ideologías” del movimiento obrero. En el caso del marxismo, de todo lo revisado hasta acá podríamos concluir que hay a lo menos dos o tres acepciones que podríamos destacar como conclusión: un “marxismo ideología”, definido no por Marx, sino más bien por Kautsky y sus discípulos en la II y III Internacionales; por otra parte, un “marxismo tradición”, que en realidad no es uno solo sino muchos “marxismos”. En esta tradición, si la consideramos en sentido amplio, debemos incluir también al marxismo-ideología: el marxismo vulgar, reformista y/o dogmático, en tanto expresiones ideológicas de ciertos sectores del movimiento obrero -y también externas a él-. Dentro del marxismo así entendido, si bien el estudio de todas sus variedades puede resultar necesario y útil en más de un sentido, a nosotros nos interesa destacar, desenterrar y seguir elaborando a partir de la tradición del marxismo revolucionario, abierto, libertario y crítico que hasta ahora ha sido la mejor expresión de la teoría proletaria. El marxismo en este último sentido, como tradición revolucionaria, conecta siempre más directamente con el método e intenciones emancipatorias de Marx que con el sistema ideológico construido “ya en vida de Marx” (como dijera Debord) pero perdiendo “el punto de vista unitario” (y revolucionario) de su teoría. A mi juicio, este “marxismo” es en realidad una de las formas más brillantes de “pensamiento de la historia”, y por lo mismo no aspira a quedarse eternamente identificada con la figura, la época y el nombre de Marx. De ahí que efectivamente para el propio Marx parecía algo absurdo y estrecho “ser marxista”, teniendo en cuenta el significado histórico amplio y profundo del programa comunista de abolición de la sociedad de clases.

“Marxismo”, “teoría crítica radical”, “filosofía de la praxis”, “materialismo histórico”, etc. Distintos nombres para un pensamiento de la historia que, tal como recuerda Debord, “no puede ser salvado más que transformándose en pensamiento práctico”. Cuando en la acción histórica del proletariado se manifiesta que este pensamiento no ha sido olvidado, “el desmentido de la conclusión es también la confirmación del método”. Por eso es que a inicios de los años 70, cuando ya casi se verificaba la disolución formal de la organización que más se había dedicado a preparar la más reciente detonación de la moderna lucha de clases (momento que, al igual que el de fundación, fue defendido por Debord como un “acto revolucionario”), los pocos situacionistas que quedaban concluían que:

“FINALMENTE, NO SE TRATA DE UNA TEORÍA DE LA I.S., SINO DE LA TEORÍA DEL PROLETARIADO”.

god says fuck you 


GSFY, de los Electric Eels (angilas eléctricas). Algunas anguilas pueden matarte con solo acercársete en el agua. electricidad. esto no podría haber existido antes de velvet underground (lo mismo se puede decir de los modern lovers), pero...lo lleva por otro camino. más áspero y delirante, y punkrockero (aunque la palabra punk rock" está más cargada de significados ambiguos y contrapuestos que la palabra "marxismo").
"jaguar ride" me gustaría enseñársela a mi sobrino en guitarra de palo, pero no la he sacado aún en guitarra (y temo que requiere de dos guitarras para que se entienda su poesía musical, sobre todo en el solo que se tras su momento álgido se disuelve en la nada eléctrica de la apisonadora g/b/bat.) y él no sabe tocar guitarras de palo aunque se maneja muy bien en los teclados y percusiones. De ahí alguien se fue a Pere Ubu, creo (por algo esta canción está incluida en uno de los volúmenes de la caja Datapanik in the year zero).


En la foto: Félix disfrazado de marinero de Kronstadt circa 1919. Un verdadero radical, cuando todavía no cumple año y medio.

A propósito, el domingo donde VJ me topé on un libro de Maiakovsky que en una parte decía:

"Abríamos de Marx
cada volumen
como en nuestras propias casas
las postigas,
pero sin necesidad de leerlos,
ya sabíamos de qué lado ir,
y junto a quien combatir.

No estudiamos la dialéctica
en los libros de Hegel.
Ella entraba a nuestros versos
con el entrechocar de arma de los combates,
cuando,
bajo las balas huían de nosotros los burgueses,
como antes nosotros huíamos de ellos"




Primer mandamiento: no mezclarás pisco sour, vino tinto, vino blanco, cerveza y whisky. (Si ya lo hizo, no se desanime, recuerde que lo que no lo mata lo fortalece).

viernes, febrero 20, 2009

recomendación literaria 

excelente pequeña librería en miguel claro con providencia, al lado del passapoga y cerquita de la pizzeria voraz.
dirección exacta: providencia 1114 local 43.
el dueño es un caballero muy amable, don Alejandro Ballesteros, que en la penúltima visita que le hice estaba escuchando "A love supreme", y declaró gustar del Coltrane final, que le parecía cercano a Stravinsky en cierta forma.

hoy fui de nuevo y me llevé por un precio bastante bajo:

-La ideología alemana, de Marx y Engels. Editorial Vida Nueva, Buenos Aires, 1958.Es la traducción de Argos, hecha en 1937 directamente del alemán. Excelente estado. En la página 15 un niño hizo algunos dibujitos y ejercicios de caligrafía, lo cual no deja de ser interesante considerando que el mismo Marx declaró alguna vez lo siguiente: "Llamo reposo a la vida de familia, los ruidos infantiles, todo ese microcosmos mucho más interesante que el macrocosmos".
-Dios y el Estado, de Bakunin. Editorial Proyección, Buenos Aires, Mayo de 1971 (un mes antes de que yo naciera). Lo más sorprendente es que todo indica que esta copia perteneció a Rafael Gumucio, pues su nombre aparece escrito con lápiz pasta en la primera página. Por más que trato, no me puedo imaginar a ese huevón leyendo a Bakunin, pero bueno, por algo se deshizo del libro (a menos que se lo hayan robado, claro está).
-Antología de Maiacovski. Su vida y su obra, por Lila Guerrero, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1943. 200 páginas de escritos sobre el poeta, y 200 de selección de poemas.16 ilustraciones.


castoriadis y yo 


tengo que escribir muy rápido para seguir trabajando.
por ahí por 1994 en Granollers tomé prestados unos libros de castoriadis en el local de la CNT. aluciné leyéndolos...como ex-trotskista con tendencias anarquizantes me sentí como en casa leyendo sobre todo el volumen "como luchar", y la correspondencia entre pannekoek y castoriadis.
por ahí por el 96, ya de vuelta en santiago, trajeron a castoriadis a hablar desde cierto sector académico ex-anarco y ecologista. fui a verlo en el centro de extensión de la uc. escuché con atención. creo que todavía tengo guardados los apuntes que tomé. de ahí, momento de preguntas. fue algo vergonzoso. un gil del P"C" le preguntó algo sobre unas "fórmulas" económicas de Marx, y Cornelius Castoriadis (que hablaba en francés y tenía dos traductoras) ponía cara de asombro antes de responderle que las fórmulas citadas eran erróneas. otros tipos preguntaban preguntas de 5 minutos o más, con lucimiento de jerga sociopsicochantológica, y CC respondía: "no sé qué decirle, su pregunta más quepregunta es mezcla de reumen y opinión personal". un personaje le dice: "yo sé que Ud. estuvo clandestino en Chile"...CC negó inmediatamente su afirmación, y entonces el preguntador corrigió: "así pareciera, dado el profundo conocimeinto de latinoamerica que Ud. acaba de mostrar". Ufff.
desde el inicio de la hora de preguntas yo estaba levantando la mano, pero estaba sentado casi al fondo. CC habia advertido que a las 8 en punto tenia que irse. cuando eran 5 para las 8 deciden que hay dos preguntas más y chao. dicen: "el señor de acá adelante, y ese joven de atrás que está pidiendo la palabra hace rato".
el señor adelante se lució armando otra sarta de perogrulladas, y CC le respondió de "no sé qué decirle". cuando el micrófono iba hacia mi persona, un jipi culiao con pinta de estudiante izquierdoso de sociología lo agarra y se pone a hablar. desde adelante le dicen: "va para el joven de atrás, y es la última pregunta", CC insiste: "a las 8 debo salir corriendo de acá". el jipi dice: "lo siento mucho pero yo no acepto sus imposiciones autoritarias, yo soy así en todas partes y yo me tomo a palabra nomás".
volvió a farfullar una mezcla de incoherencias con jerga universitaria muy confusa, y CC se remite a su respuesta que se habia hecho habitual y se va.
llega de todas formas el micrófono a mis manos. digo: "me quedé sin hacer mi pregunta, pero quiero decir que CC tenía razón: cuando dijo que cada época del capitalismo fomenta un tipo de persona determinado, y que en la era actual esa persona es un individualista en el peor sentido, etc. etc. es cierto, y acá tenemos a un fino ejemplar de dicha especie: este huevón que no es capaz de acpetar que en un foro como éste el respeto no es algo autoritario, y por ende no me dejó hacer la pregunta que quería hacerle a castoriadis".
el huevas se acercó ofreciendo combos, pero yo era bien pacífico en esa época (eran mis años sin alcohol y drogas: positive youth!), así que me conformé con decirle: "tu pregunta fue tan interesante que ya viste como te la contestó".
al par de años CC murió. me quedé sin saber que opinaba sobre los "autónomos" como herederos de la izquierda consejista, si era verdad que Guy Debord había militado un tiempo en Socialisme ou Barbarie, y qué consejos podría dar a la izquierda anticapitalista y antiautoritaria actual.
años después, por 1999, me topé de nuevo con el jipi de mierda: saludó a una amiga mientras comprábamos cerveza en la esquina de jorge wahington con irarrázaval.
efectivamente estudiaba sociología en el arcis y andaba convocando a una reunión de "jóvenes por Lagos".
ahora lamento no haber aceptado su invitación el 96 para aforrarle por chanta, mala clase y usurpador (pues o que es yo, no me voy a meter a eventos intelectuales de la socialdemocracia u otros sectores políticos con los que no tengo nada que ver).

Va un extracto de al presentación a S ou B en su primer número, escrita por don Cornelius Castoriadis en 1949:

“Hay que interpretar la célebre máxima: ‘sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria’, del modo más amplio posible, y darle su verdadero significado. Lo que distingue al movimiento proletario de todos los movimientos políticos anteriores, por importantes que éstos hayan sido, es que es el primero claramente consciente de sus objetivos y de sus medios. En ese sentido, no sólo es para él la elaboración teórica uno de los aspectos de la actividad revolucionaria: es inseparable de esa actividad. La elaboración teórica ni precede ni sigue a la acción revolucionaria práctica: las dos son simultáneas, y se condicionan mutuamente (…). La teoría revolucionaria sólo puede conservar su validez si se desarrolla constantemente, si se enriquece incorporándose todas las conquistas del pensamiento científico y del pensamiento humano en general, y en particular sabe asimilar la experiencia del movimiento revolucionario, si se somete, cuantas veces sea necesario, a todas las modificaciones y revoluciones internas que la realidad le imponga. La máxima clásica sólo tiene por lo tanto sentido si se interpreta así: ‘sin desarrollo de la teoría revolucionaria, no hay desarrollo de la acción revolucionaria’ ".

(Para una colección de textos de CC en dos tomos, visitar ediciones proyecto revolucionario)

jueves, febrero 19, 2009

(sin palabras) 



Me encantan los descubrimientos absolutamente fortuitos.
Anoche, por ejemplo, mientras nos visitaba en casa el señor D. neurotransmisor, descubrí en youtube (un medio que casi nunca uso: sencillamente se me olvida que existe) un video del Yosuke Yamashita Trio en 1972, en blanco y negro, que combina la bestial ejecución freejazzística del señor YY en piano junto a Seiichi Makamura en saxo alto y Takeo Moriyama en batería, con imágenes anarcoterroristas de colocación de explosivos varios en medio de la ciudad. Brillante. Lo vimos 3 veces seguidas. Creo que nunca había visto algo tan excelente en mi ya no tan corta vida. Me acuerdo y se me asoman lágrimas de pura emoción. A la mierda todo lo demás. No vale la pena.

(Por lo que leo, esto está tomado de "ecstasy of the angels", del gran director japonés Koji Wakamatsu, siempre incorporando lo más intenso del free jazz a sus películas).



En todo caso, dí con ese video tras reobservar uno bastante impresionante de Peter Brotzmann en Varsovia en 1974, que tiene la gracia de ser un registro de la televisión polaca (viéndolo ahora me hizo más sentido, pues hace poco ví una película de Kieslowski llamada "El aficionado" que retrata ese ambiente). Tal como V. hablaba un rato antes del "momento de verdad" del socialismo de estado a la Cuba, con la atención de salud de calidad para todos, tras ver a Brotzmann dando el tratamiento ayleriano a un viejo tema de Hans Eisler tuve que reconocer un buen momento de verdad de la Kultura del antiguo bloque del Este.

Por lo visto, ambos videos fueron subidos por el bueno de Weasel Walter, siempre pendiente de liberar todos esos documentos esenciales que muchos esnobs preferirían quedaran guardados en sus archivos elitistas.

No necesito escuchar más canciones en un buen tiempo. Con estas dos me basta y me sobra. Adios.

lunes, febrero 16, 2009

las neuronas... 



Me acordé de como se llamaba la revista. En rigor, no me acordé yo solo: seguí explorando la página de Crítica Social y dí con la famosa Revista, que se llamaba NEXO y cuyo primer y aparentemente único Nº salió en 1994.
Mi copia se perdió cuando la facilité a un diseñador para que se hiciera una idea aproximada de como queríamos que se viera una revista que hicimos por ahí por el 2002, llamada Antagonismo, y que quedó -visualmente al menos- harto más fea.


Pueden descargar todo su contenido en la sección Ediciones del Naufragio dentro del sitio de Crítica Social.

¿Primera? traducción/edición chilena de "La sociedad del espectáculo" 



Por ahí por 1995 todavía existía Mímesis, una librería bastante decente en la torre que está justo al frente de la entrada de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. -Ahora mismo en ese punto no hay nada, salvo una lavandería según creo recordar-.
Lo que sí recuerdo bien es la sorpresa que me causó hace 14 años encontrarme con una edición chilena del libro de Debord, del que hasta entonces sólo había oído hablar, y a un precio razonable (como 4 o 5 lucas).
Tenían dos copias. Compré una, y mostré tanto interés que otro comprador que por allí pasaba se llevó la otra.
El traductor/editor era un tal Rodrigo Vicuña.
Unos años después me topé con una revista dirigida por el mismo sujeto, cuyo nombre y copia se han perdido de mis archivos, y que incluía un capítulo de La sociedad del espectáculo.
Mi ejemplar del libro lo regalé a un querido camarada una vez que obtuve la edición argentina de La Marca -Héctor S. ¿donde estarás?-.

Hoy miré a la rápida un listado de bibliografía sobre la IS en el archivo situacionista hispano, y me encontré con gran sorpresa esta referencia:

o La sociedad del espectáculo, Editora Universitaria de Chile, 1997

Me puse a buscar algo de información, no dando con nada alusivo a dicha versión, pero en cambio me topé con una página donde está el texto íntegro de la traducción de Vicuña, quien se encarga de aclarar lo siguiente:

"Este libro, traducido prácticamente a todas las lenguas, lo fue también al castellano en los años 70 en dos oportunidades (Ediciones La Flor, en 1974, Buenos Aires, y Ediciones Castellote, Madrid, en 1977).
Dos nuevas traducciónes ven el día, una en Argentina de Fidel Alegre, en agosto de 1995, ediciones La Marca y otra en Chile, en diciembre del mismo año, Ediciones Naufragio, que aquí entregamos.
Cabe señalar que en el apartado Bibliografía del Archivo Situacionista Hispano, en que se publica la traducción de Maldeojo, aparece abusivamente una inexistente traducción de este libro de Debord por una tal Editora Universitaria de Chile, datada en 1997 y no se hace mención de ninguna de estas dos traducciones de 1995".

TV party en Futurama 



Mientras me levantaba pude ver en el canal 13 un episodio de Futurama bastante interesante donde el bueno de Matt Groening tuvo el acierto de poner el tema "TV Party" de Black Flag. Aplausos. No es menor poder despertarse así, y sobre todo en Canal 13.

viernes, febrero 13, 2009

Mapeando a Black Flag 


jueves, febrero 12, 2009

origen del concepto INDUSTRIA CULTURAL/RELACIÓN CON EL CONCEPTO DEBORDIANO de espectáculo 



Según cuenta Adorno, con Horkheimer hablaron en un primer momento de “cultura de masas”, pero decidieron finalmente usar la expresión “industria cultural”, para evitar la impresión de que se trataría de “una cultura que brota espontáneamente de las masas”. Muy por el contrario, “en todos sus sectores son fabricados de modo más o menos planificado productos tallados para el consumo de masas y ese consumo está en gran medida determinado por estos mismos productos”. La industria cultural estaría integrada por distintos sectores, pero que constituyen un sistema “casi sin lagunas”, lo cual les resulta posible tanto por “los modernos instrumentos de la técnica, como por la concentración económica y administrativa”. La industria cultural “es la integración deliberada, por arriba, de sus consumidores”. Su efecto es “anti-iluminista”, puesto que “impide la formación de individuos autónomos, independientes, capaces de juzgar y decidir conscientemente” (Adorno, Résumé sobre indústria cultural, 1963. Traducción propia desde el portugués).

Si bien en Debord el concepto de espectáculo aparece frecuentemente ligado al rol pasivo de contemplación de imágenes y a aquel entramado que Adorno y Horkheimer llamaron “industria cultural” , para él “el problema, sin embargo, no es la ´imagen` ni la ´representación` en cuanto tal, como afirman tantas filosofías del siglo XX, sino la sociedad que tiene necesidad de esas imágenes. Es cierto que el espectáculo se apoya particularmente en la vista....pero el problema reside en la independencia que han conquistado esas representaciones que se sustraen del control de los hombres y les hablan de forma monológica, desterrando de la vida todo diálogo. Esas representaciones nacen de la práctica social colectiva, pero se comportan como seres independientes” (Anselm Jappe, 1998, p. 22).



Siempre me ha llamado la atención la profunda inversión que significa el haber convertido el concepto claramente crítico de "industria cultural" en el concepto apologético y pluralista de "industrias culturales". Así trabaja la industria de la recuperación, en manos de la socialdemocracia académica. El otro día en un puesto callejero de libros miré la entrada "industrias culturales" en "Términos críticos de Sociología de la Cultura" (una especie de diccionario cultural compilado por Carlos Altamirano -se trata de otro Carlos Altamirano, argentino según creo, no nuestro "mayoneso" del PS-) se mencionaba a una serie de autores de la tradición marxista, a Adorno y Horkheimer, entre ellos, sin atrubuirles la autoría del concepto, ni mucho menos explicar la positivización del mismo mediante su conversión en plural. Gracias a esa conversión, se pierde totalmente la idea de que la IC es monolítica, opresiva y sólo aparentemente diversa. Las II.CC. en cambio son democráticas, necesarias, permeables y cumplen una función positiva.

Más chanta aún me pareció que en la bibliografía recomendada salía en primer lugar el libro de Debord, al cual no se mencionaba para nada en el texto central.

miércoles, febrero 11, 2009

Más memorabilia del Fracaso 

Encontré el texto que venía en el folletito de "Rotos, guatones y pencas", vomitado por ahí por el año.....¿2005? Estuvo disponible online en Escéptico records pero ya no (aunque creo que lo van a reponer luego). Escrito a medias entre JC y King Gordo, curaos a más no poder (aunque siempre se puede un poco más), justo después de la sesión, tras escucharla meditadamente y decidir obsequiarla al mundo como CD. No encuentro la carátula, pero ya aparecerá.



MI RaMada/Ramera discos (promoviendo la música chilena al igual que la belleza de la mujer ídem) y SST Nostalgia records
proudly presentes

FRACASO
that great rock and roll band


en su primer álbum
titulado “rotos, guatones y pencas” (*)
duración: 39 minutos

“todo un concepto: bajo y guitarrea soleando al mismo tiempo, más cerca de Cream que de Sex Pistols, más feo que la chucha, impresionante” (Alejandro Stephens, músico y sonidista, actual mente tocando en Bad Government, that surprisingly fast band)

“Passtel, pASSTel , terror desde el alcohol de fracaso. ausencia de ley u orden. Fracaso lo mas demoledor del punk 2004.”
(nico requena: paSSTel profesional, ex-miembro de Colapso Auditivo y actual vocalista de Dispierta)

“lo escuché y casi me hago pipí.”
ferna paSSTel.
(esposa de Nico Requena)

“el team más desgraciado de la jornada, sorprendente y bello” (Nick Gombi and the Bad Cave, exbajista de Los Insurgentes y actual estrella del noise rock, comentando la Fonda Rock 2004)

“son buenos ellos, excelentes letras”
(Don nosécuantito Niño, padre de las niñas Niño de Estudios Capitán, tras aparecer sorpresivamente en la tocata realizada en tal lugar, junto a Federación de Boxeo, Jimi Nelson y Nicolás Cowboy. Ha sido la peor tocata de la banda, aquella en que llovía torrencialmente, se cortó la luz, Julio se peleó con King Gordo, y éste fue visto corriendo por las calles anegadas de San Miguel, mientras Pollo y Julio sufrían cargos de conciencia trás haber sido demasiado severos con el antiguitarrista, que además se encontraba de cumpleaños Nº30, y había sido despedido de su pega ese mismo día)

“Me encantó Fracaso. Horrible, realmente malo” (Felito, The Pendex)

“Una banda ebria profesionalmente ebria” (Ale, The Pendex)


LADO ÚNICO

1.- EL JUMPER DE JANIS POPE

Lo que todos sabemos que es su mejor canción, está acá interpretada en una versión de 19 minutos, que no es de las mejores, por cierto, pero es lo que hay. Contiene repetitividad, pastelismo, incursiones psicodélicas, partes suaves y silenciosas, ausencia del coro de Julio, hiperabundancia de demoliciones sonoras de la guitarra de King Gordo, la única canción que en una era de pánico moral ha asumido el incesto desde el punto de vista del padre: “ven y dile a papi si hay algo de malo esto”.


2.- OSAMA WAY OF LIFE

está canción existía ya en el repertorio del proyecto de banda que tenía por ese entonces Ricardo (hoy rebautizado como King Gordo, y que antes había intentado sin mucho éxito mantener formaciones musicales, tales como Bacenica y proyectos de un solo ensayo y sin nombre pero de los cuales surgieron algunas rock stars) y Pollo Pemucano (BATERISTA OCASIONAL DE VARIOS PROYECTOS QUE SE LLAMABAN ALGO ASí COMO Interzona, Guachimán y Kiltraza)

Cuando llegó Julio la ensayaron como primer ejercicio de integración, y se le agregó el “way of life” al título, pues el artefacto era previasanete conocido como Osama



3.- Zapatillas Dolphin

Viejo estándar de la banda, la única razón de su existencia en cierto momento de su historia, suena acá como si Flipper se hubiera vendido a Sub Pop y hubiera aceptado meter un tema en la película singles o en Alta Fidelidad, y además, súmenle a eso la sensación clara de que el cantante es un pelmazo, está confundido desde que nació de que la raza humana es una desgracia histórica, y está muy ebrio...parece una mezcla de psicodelia tejana con free jazz tocado por no-músicos

4.- John LENIN

se suponía que era su canción ultrapunk, y la única manrea de reivindicar de cierta forma a Lenin y Lennon: fusionándolos en un solo personaje ahora parece pop chanta punkoide, como the fall con caña de terremoto y báltica un ejemplo de la belleza de King Gordo: esta canción tenía una especie de estribillo: “siembra el caos, desata el terror”, y KG ahora cantó, por olvido: “desata el miedo, siembra el terror” (eso es sentido poético inmanente) por su parte, Julio acá cantaba (y eso ocurre muy pocas veces) una segunda voz: Sex pol! sepol sexpol! . En esta ocasión le dio flojera cantarla. suena como butthole surfers despues de vomitar la letra es tan “política”que parece una ironía o tomada de pelo en relación al punk político


5.- Karma PaSSTel

cuando se grabó esta canción al parecer Gordo ya no sabía desatar el caos por la vía del abuso del distorsionador, entonces se dedicó a tocar graciosamente una guitarra casi limpia
(ese hombre nunca se rinde ante un obstáculo).
el final del tema se desorienta a ratos, pero bueno...FONDART ha financiado hueás peores

6.- bob mould (extraño tu pelo en pecho)
otro homenaje. Se dice que alguna vez tuvo letras, pero no se conservaron.

7.- Mono Culiao

“PELMAZO SOPENCO Y ZOQUETE”
esa es toda la letra....
OK

¿nirvana con sobrepeso? Un tema de muy reciente invención. Problemas de micrófono al final, y colapso de la sesión. Después de eso se fueron todos hacia otro ensayo.


*: “Nazareth: Rotos, guatones y pencas” fue titular de La Estrella de Valparaíso por ahí por 1985, luego del desastroso set de Nazareth, plagado de problemas técnicos. Además, la prensa interpretó los corosde Hair of the Dog como un insulto al respetable. Ese año, en cambio, triunfó el heavy metal de Krokus.

guardias nazis en el metro de madrid 





Me consta: así era en Barcelona y por lo visto es igual en Madrid: los encargados de prosegur y otras empresas son fascistas y contratan a su gente. De hecho, hay una breve alusión a encontrones con esos pelafustanes en una entrada antigua de este mismo blog.



Fotos: campaña de rayados antifachos. La Haine.

lunes, febrero 09, 2009

"Por qué soy marxista", Korsch (1934) 



Los camaradas del Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques (eso de "antibolchevique" no me parece para nada un buen nombre, aunque esté basado en un clásico texto de Mattick) han hecho una edición digital de varios textos de Korsch, incluyendo los libros "Marxismo y Filosofía" y "Karl Marx" junto a una veintena de artículos, y escritos sobre Korsch de la mano de Paul Mattick, Eduardo Subirats y varios más, en casi 300 páginas de sumo interés para imprimir de a poco en la pega y llevarse a la casa.

CICA se ha destacado sobre todo por su labor de rastreo, digitalización y subida a la red de varios clásicos olvidados tanto del movimiento consejista como de autores anarquistas, la autonomía obrera, etc. Con esta edición de Korsch han saldado una gran deuda histórica, pues en verdad cuesta mucho encontrar libros suyos en español.

En la presentación a la edición digital se explica el orden de esta selección:

"En cuanto al orden de los textos, hemos configurado cuatro grandes secciones. La primera incluye las presentaciones biográficas y teóricas de Korsch y su obra. La segunda se concentra en la polémica Marxismo y Filosofía y sus evoluciones. La tercera en la síntesis korschiana del pensamiento marxista clásico, en torno a su obra Karl Marx. La cuarta y última se centra en la evaluación crítica del marxismo como tal y en sus perspectivas de futuro".

A continuación, un texto de 1934.


POR QUÉ SOY MARXISTA
Karl Korsch


Publicado por primera vez en Modern Quarterly, 1935, e incluido luego en Three essays on Marxism (Nueva York, Monthly Review Press, 1971.) La traducción al inglés había sido revisada por Korsch, no obstante donde hay términos alemanes entre paréntesis hemos procurado una traducción directa.

En lugar de discutir el marxismo en general, yo propongo tratar a la vez algunos de los puntos más efectivos de la teoría y práctica marxistas. Sólo ese enfoque se adecua al principio del pensamiento marxiano. Para el marxista, no hay tal cosa como un “marxismo” en general, más de lo que hay una “democracia” en general, una “dictadura” en general o un “Estado” en general. Hay sólo un Estado burgués, una dictadura proletaria o una dictadura fascista, etc. E incluso éstos sólo existen en determinadas fases del desarrollo histórico, con las correspondientes características históricas, principalmente económicas, pero condicionadas también en parte por factores geográficos, tradicionales y otros. Con los diferentes niveles de desarrollo histórico, con los diferentes entornos de distribución geográfica, con las bien conocidas diferencias de credo y tendencia entre las diversas escuelas marxistas, existen, tanto nacional como internacionalmente, sistemas teóricos y movimientos prácticos muy diferentes que pasan por el nombre de marxismo. En lugar de discutir el cuerpo entero de principios teóricos, puntos de vista analíticos, métodos de procedimiento, conocimiento histórico y reglas de práctica que Marx y los marxistas durante más de ochenta años han derivado de la experiencia de las luchas de la clase proletaria y fundido en una teoría y movimiento revolucionario unidos, debo, por consiguiente, intentar distinguir aquellas actitudes, proposiciones y tendencias que pueden adoptarse de forma útil como guía de nuestros pensamientos y acción hoy, aquí y ahora, bajo las condiciones dadas que prevalecen en el año 1935 en Europa, en los EE.UU. y en China, Japón, India, y en el nuevo mundo de la URSS. Es de este modo cómo la cuestión “Por qué soy marxista” surge, primariamente, para el proletariado, o más bien para las secciones más desarrolladas y enérgicas de la clase proletaria. Puede formularse, también, para las secciones de la población que, como los estratos decadentes de las clases medias, el grupo recién emergente de empleados de gestión, los campesinos y granjeros, etc. no pertenecen a la clase capitalista dominante ni a la llamada clase proletaria, pero que pueden asociarse con el proletariado para el propósito de una lucha común. La cuestión puede incluso plantearse para aquellas partes de la propia burguesía cuya vida está amenazada por el “capitalismo monopolista” o el “fascismo”, y ciertamente surge para los burgueses ideológicos que, bajo la presión de las tensiones calculadoras de la sociedad capitalista en declive, están individualmente aproximándose hacia el proletariado (estudiosos, artistas, ingenieros, etc.)

Enumeraré ahora los que me parecen los puntos más esenciales del marxismo de forma condensada:

1. Todas las proposiciones del marxismo, incluyendo aquéllas que son aparentemente generales, son específicas.

2. El marxismo no es positivo, sino crítico.

3. Su objeto no es la sociedad capitalista existente en su estado afirmativo, sino la sociedad capitalista en declive tal como es revelada por las demostrables tendencias operativas de su disolución y decadencia.

4. Su propósito primario no es el goce contemplativo del mundo existente, sino su revolucionamiento práctico.


I

Ninguno de estos rasgos del marxismo ha sido adecuadamente reconocido o aplicado por la mayoría de marxistas. Una y otra vez los llamados marxistas “ortodoxos” han recaído en el modo de pensamiento “abstracto” y “metafísico”, que Marx mismo -después de Hegel- había negado más enfáticamente y que, de hecho, ha sido absolutamente refutado por toda la evolución del pensamiento moderno durante los últimos cien años. Así, por ejemplo, un reciente marxista inglés ha intentado una vez más “salvar” el marxismo de las acusaciones hechas por Bernstein y otros, de que el curso de la historia moderna se desvía del esquema de desarrollo esbozado por Marx, con la miserable evasiva de que Marx intentó descubrir “las leyes generales del cambio social no sólo a partir del estudio de la sociedad en el siglo XIX, sino también a partir del estudio del desarrollo social desde los inicios de la sociedad humana”, y que es, por consiguiente, “bastante posible” que sus conclusiones sean “tan ciertas para el siglo XX como lo fueron en el período en que él llegó a ellas”. Es evidente que tal defensa destruye el verdadero contenido de la teoría marxiana más efectivamente que los ataques realizados por cualquier revisionista. No obstante, ésta fue la única respuesta dada en los últimos treinta años por la “ortodoxia” marxista tradicional a las acusaciones planteadas por los reformistas de que una u otra parte del marxismo estaba caduca.
Por otras razones, hay una tendencia del carácter específico del marxismo que se olvida por parte de los ciudadanos del Estado soviético marxista hoy, quienes enfatizan la validez general y universal de las proposiciones marxistas fundamentales para canonizar las doctrinas que subyacen a la presente conformación de su Estado. Así, uno de los peones ideológicos del estalinismo actual, L. Rudas, está intentando poner en cuestión, en nombre del marxismo, el progreso histórico conseguido por Marx hace noventa años, cuando acometió la inversión (Umstuelpung) de la dialéctica hegeliana a su dialéctica materialista. Sobre la base de una cita de Lenin, que fuera usada en un contexto enteramente distinto contra el materialismo mecanicista de Bujarin y que significa algo totalmente distinto de lo que Rudas dice que significa, éste último transforma la contradicción histórica entre “fuerzas productivas” y “relaciones de producción” en un principio “suprahistórico” que todavía se aplicará en el futuro remoto de la sociedad sin clases plenamente desarrollada. En la teoría de Marx se captan tres oposiciones fundamentales como aspectos de la unidad histórica concreta del movimiento revolucionario práctico. Éstas son, en la economía, la contradicción entre “fuerzas productivas” y “relaciones de producción”; en la historia, la lucha entre clases sociales; en el pensamiento lógico, la oposición entre tesis y antítesis. De estos tres aspectos, igualmente históricos, del principio revolucionario revelado por Marx en la misma naturaleza de la sociedad capitalista, Rudas, en su transfiguración suprahistórica de la concepción totalmente histórica de Marx, abandona el término medio, considera el conflicto vivo de las clases en lucha como una mera “expresión” o resultado de una forma histórica transitoria de la contradicción esencial subyacente, y retiene como único fundamento de la “dialéctica materialista”, ahora inflado como una ley eterna del desarrollo cósmico, la oposición entre “fuerzas productivas” y “relaciones de producción”. Al hacerlo, llega a la conclusión absurda de que, en la actual economía soviética, la contradicción fundamental de la sociedad capitalista existe en forma “inversa”. En Rusia, dice, las fuerzas productivas ya no se rebelan contra las relaciones productivas que las traban, sino que en su lugar es el atraso relativo de las fuerzas productivas en relación a las relaciones de producción establecidas lo que empuja hacia delante a la Unión Soviética a un ritmo de desarrollo tan rápido que no tiene precedentes”.

La convicción expuesta en mi edición de El Capital de Marx, de que todas las proposiciones contenidas en esta obra, y especialmente las concernientes a la “acumulación primitiva” tal como es tratada en el último capítulo del libro, representan sólo un esbozo histórico del ascenso y desarrollo del capitalismo en Europa occidental y tienen validez universal más allá de ello sólo en el mismo sentido en que todo conocimiento empírico de las formas naturales e históricas se aplica a más que los casos individuales considerados, fue unánimemente rechazada por los portavoces de ambas fracciones del marxismo ortodoxo ruso y alemán. De hecho, esta disputa conmigo sólo repite y enfatiza un principio que Marx mismo había expresado explícitamente hace cincuenta años, al corregir al sociólogo ruso idealista Mikhailovsky sobre su malinterpretación del método de El Capital. Es, de hecho, una implicación necesaria del principio fundamental de la investigación empírica, que en nuestros tiempos actuales sólo es negado por algunos metafísicos inveterados. Comparado con el renacimiento de esta dialéctica pseudo-filosófica en los escritos de marxistas “modernos” -como queda ejemplificado en Rudas-, cómo de sobrio, claro y definido era el punto de vista adoptado por los viejos marxistas revolucionarios, Rosa Luxemburg y Franz Mehring, que vieron que el principio de la dialéctica materialista, incorporado a la economía marxiana, no significa nada más que la relación específica de todos los términos y proposiciones económicas con objetos históricamente determinados.

Todas las cuestiones ardorosamente disputadas en el campo del materialismo histórico -cuestiones que, cuando se formulan en su forma general, son justamente tan insolubles y carentes de sentido como las conocidas disputas escolásticas sobre qué fue primero, si la gallina o el huevo- pierden su carácter misterioso y estéril cuando se expresan de una manera concreta, histórica y específica. Por ejemplo, Friedrich Engels, en sus conocidas cartas sobre el materialismo histórico, escritas después de la muerte de Marx, al partir de consideraciones indebidas para la crítica de la unilateralidad que sostenían críticos burgueses y supuestos marxistas contra la proposición de Marx de que “la estructura económica de la sociedad constituye el fundamento real sobre el que se levantan las superestructuras legales y políticas y a las que corresponden formas definidas de conciencia social”, modificó efectivamente la doctrina de Marx. Concedió, imprudentemente, que en gran medida las llamadas “reacciones” podrían tener lugar entre la superestructura y la base, entre el desarrollo ideológico y el desarrollo económico y político, introduciendo así una confusión completamente innecesaria en las fundamentaciones del nuevo principio revolucionario. Pues, sin una determinación cuantitativamente exacta de “cuanta” acción y reacción tiene lugar, sin una indicación exacta de las condiciones bajo las que lo uno o lo otro tiene lugar, toda la teoría marxiana del desarrollo histórico de la sociedad, tal como es interpretada por Engels, se vuelve inútil incluso como hipótesis de trabajo. Como he dicho, no se ofrece la más ligera pista acerca de si se va a buscar la causa de cualquier cambio en la vida social en la acción de la base sobre la superestructura o en la reacción de la superestructura sobre la base. Y la lógica del asunto no se altera por evasivas verbales como factores “primarios” o “secundarios”, o por la clasificación de las causas en “inmediatas”, “mediatas” y “últimas” -es decir, las que se demuestran decisivas en último análisis. El problema entero desaparece tan pronto sustituimos la cuestión general del efecto de “la economía como tal” sobre “la política como tal”, o “la ley, el arte y la cultura como tales”, y viceversa, por una descripción detallada de las relaciones dadas que existen entre los fenómenos económicos definidos sobre un nivel de desarrollo histórico dado y los fenómenos dados que aparecen simultáneamente o subsecuentemente sobre cualquier otro campo de desarrollo político, jurídico e intelectual.

Según Marx, éste es el modo en que el problema ha de plantearse. Su bosquejo, publicado póstumamente, de una introducción general a su Crítica de la Economía Política -a pesar de su carácter de esbozo- es una declaración clara y muy significativa del complejo entero de problemas. La mayoría de las objeciones levantadas después contra su principio materialista son anticipadas y respondidas. Esto es particularmente cierto para el problema tan sutil de la relación oscura entre el desarrollo de la producción material y la creación artística, que se evidencia en el conocido hecho de que “ciertos períodos del desarrollo más elevado del arte no están en relación directa alguna con el desarrollo general de la sociedad ni con la base material de su organización”. Marx muestra el doble aspecto en el que este desarrollo desigual adquiere una forma histórica dada -“la relación entre las distintas formas de arte dentro de los dominios del arte mismo” y las “relaciones entre el conjunto del campo del arte y el conjunto del desarrollo social”. La dificultad sólo consiste en la manera general en que estas contradicciones se expresan. Tan pronto como son hechas específicas y concretas, son así clarificadas.


II

Tan ardorosamente disputada como mi posición concerniente al carácter específico, histórico y concreto de todas las proposiciones, leyes y principios de la teoría marxiana, incluyendo aquellos aparentemente universales, es mi segunda posición de que el marxismo es esencialmente crítico, no positivo. La teoría marxiana no constituye ni una filosofía materialista positiva ni una ciencia positiva. Del principio al final, es una crítica, tanto teórica como práctica, de la sociedad existente. Por supuesto, la palabra “crítica” (Kritik) debe entenderse en el sentido comprehensivo y todavía preciso en que era usada en los prerrevolucionarios años cuarenta del pasado siglo [XIX] por todos los hegelianos de izquierda, incluidos Marx y Engels. No debe confundirse con la connotación del término contemporáneo “crítica” (criticism). La “crítica” ha de entenderse no en un sentido meramente idealista, sino como crítica materialista. Incluye, desde el punto de vista del objeto, una investigación empírica, “dirigida con la precisión de la ciencia natural”, de todas sus relaciones y desarrollo, y desde el punto de vista del sujeto dar cuenta de cómo los deseos, intuiciones y demandas impotentes de los sujetos individuales devienen un poder de clase históricamente efectivo que lleva a la “praxis revolucionaria”.

Esta tendencia crítica, que juega un papel tan preeminente en todos los escritos de Marx y Engels hasta 1848, está todavía viva en las fases más tardías del desarrollo de la teoría marxiana. La obra económica de su período más tardío está mucho más estrechamente relacionada con sus escritos previos, filosóficos y sociológicos, de lo que los economistas marxistas ortodoxos están dispuestos a admitir. Esto aparece de los títulos mismos de sus libros más tardíos y más tempranos. La primera obra importante que fue emprendida por ambos amigos en común, ya en 1846, para presentar la oposición de sus visiones política y filosófica a las del idealismo hegeliano de izquierda contemporáneo, llevaba el título de Crítica de la Ideología Alemana. Y en 1859, cuando Marx publicó la primera parte de su planeada obra económica comprehensiva, como para dar énfasis a su carácter crítico, la tituló Crítica de la Economía Política. Esto se mantuvo en el subtítulo de su obra principal, El Capital - Crítica de la Economía Política. Los marxistas “ortodoxos” recién llegados olvidan, o niegan, la supremacía de la tendencia crítica en el marxismo. Todo lo más la consideran de importancia puramente extrínseca y completamente irrelevante para el carácter “científico” de las proposiciones marxistas, especialmente en el campo que -de acuerdo con ellos- era la ciencia básica del marxismo, a saber, la economía.

La formulación más crasa que adquiere esta revisión se encontrará en el conocido libro El capital financiero, del marxista austriaco Rudolf Hilferding, donde se trata la teoría económica del marxismo como una mera fase en la continuidad intacta de la teoría económica, enteramente separada de los objetivos socialistas y, de hecho, sin implicaciones para la práctica. Tras haber declarado formalmente que la teoría económica, así como la teoría política del marxismo, están “libres de juicios de valor”, el autor señala que

es, por lo tanto, falso concebir, como se hace ampliamente, intra et extra muros, que el marxismo y el socialismo son idénticos. Pues lógicamente, considerado como un sistema científico y aparte de su efecto histórico, el marxismo es sólo una teoría de las leyes de movimiento de la sociedad formulada en términos generales en la concepción marxiana de la historia, aplicándose en particular la economía marxiana al período de la producción de mercancías. Pero la comprensión de la validez del marxismo, que incluye la comprensión de la necesidad del socialismo, no es de ningún modo un asunto de juicios de valor y tampoco una indicación para el procedimiento práctico. Pues una cosa es reconocer una necesidad, y otra cosa es trabajar por esta necesidad. Es totalmente posible para alguien convencido de la victoria final del socialismo luchar contra él.

Es verdad que esta interpretación pseudo-científica y superficial del marxismo ortodoxo ha sido confrontada más o menos efectivamente por las teorías marxianas contemporáneas. Mientras en Alemania el principio crítico, es decir, revolucionario, del marxismo fue atacado abiertamente por los revisionistas de Bernstein y sólo defendido a desgana por “ortodoxos” como Kautsky y Hilferding, en Francia el efímero movimiento de “sindicalismo revolucionario”, tal como ha expuesto Georges Sorel, se esforzó mucho por revivir precisamente este aspecto del pensamiento marxiano, como uno de los elementos básicos de la nueva teoría revolucionaria de la guerra de clases proletaria. Y un paso más efectivo en la misma dirección fue dado por Lenin, que aplicó el principio revolucionario del marxismo a la práctica de la revolución rusa, y al mismo tiempo logró un resultado no menos importante dentro del campo teórico, restaurando algunas de las enseñanzas revolucionarias más poderosas de Marx.

Pero ni Sorel, el sindicalista revolucionario, ni Lenín, el comunista, utilizaron toda la fuerza e impacto de la “crítica” marxiana original. La disposición a la irracionalidad de Sorel, por la que transformó varias doctrinas marxianas importantes en “mitos”, a pesar de sus intenciones condujo a un tipo de “desbaratamiento” de estas doctrinas en lo que se refiere a su traslación práctica a la lucha de clases proletaria revolucionaria, e ideológicamente preparó el camino para el fascismo de Mussolini. La división un tanto cruda de las proposiciones de filosofía, economía, etc., hecha por Lenin, entre las que son “útiles” o “dañinas” para el proletariado (un resultado de su preocupación demasiado exclusiva por los efectos presentes inmediatos de aceptarlas o negarlas, y su excesivamente poca consideración acerca de su posible futuro y sus efectos últimos), introdujo esa coagulación de la teoría marxista, ese declinio y, en parte, distorsión del marxismo revolucionario, que hace al marxismo soviético actual muy difícil realizar cualquier progreso fuera de los límites de su propio dominio autoritario. Evidentemente, el proletariado revolucionario no puede, en su lucha práctica, prescindir de la distinción entre proposiciones científicas verdaderas y falsas. Justo como el capitalista en tanto hombre práctico, “aunque no siempre se piensa lo que dice fuera de su negocio, con todo en su negocio sabe de lo que habla” (Marx), y justo como el técnico, para construir un artefacto debe tener un conocimiento exacto de al menos ciertas leyes físicas, así el proletariado debe poseer un conocimiento verdadero suficiente en economía, política y otros asuntos objetivos para llevar la lucha de clase revolucionaria a una consumación exitosa. En este sentido, y dentro de estos límites, el principio crítico del marxismo materialista, revolucionario, incluye el conocimiento estricto, empíricamente verificable, “acuñado con toda la precisión de la ciencia natural”, de las leyes económicas del movimiento y desarrollo de la sociedad capitalista y de la lucha de clase proletaria.


III

La “teoría” marxista no se esfuerza por lograr un conocimiento objetivo de la realidad a partir de un interés teórico e independiente. Está impulsada a adquirir este conocimiento por las necesidades prácticas de la lucha y puede negarse sólo corriendo el enorme riesgo de fracasar en la consecución de su meta, al precio de la derrota y eclipse del movimiento proletario que representa. Y justamente porque nunca pierde de vista su propósito práctico, evita cualquier intento de imponer a la experiencia el diseño de una construcción monista del universo para edificar un sistema unificado de conocimiento. La teoría marxista no está interesada en todo, ni está interesada en el mismo grado en todos los objetos de sus intereses. Su única preocupación se refiere a aquellas cosas que ejercen cierta presión sobre sus objetivos, y a todas las cosas y a cada aspecto de las mismas cuanto más tal cosa particular, o tal aspecto particular de una cosa, está relacionado con sus propósitos prácticos.

El marxismo, a pesar de su aceptación incuestionada de la prioridad genética (priorität) de la naturaleza externa a todos los eventos históricos y humanos, está primariamente interesado sólo en los fenómenos e interrelaciones de la vida histórica y social. Es decir, está primariamente interesado sólo en lo que, en relación a las dimensiones del desarrollo cósmico, ocurre dentro de un breve período de tiempo y en cuyo desarrollo puede entrar como fuerza práctica, influyente. El fracaso a ver esto, por parte de ciertos marxistas ortodoxos del Partido Comunista, da cuenta de sus vigorosos esfuerzos por reclamar la misma superioridad indudablemente poseída por la teoría marxiana en el campo de la sociología, para esas opiniones completamente primitivas y atrasadas que, hasta este mismo día, son mantenidas por teóricos marxistas en el campo de la ciencia natural. Por estas intrusiones innecesarias, la teoría marxiana se expone a ese conocido desprecio que es dispensado a su carácter “científico” incluso por aquellos científicos naturales contemporáneos que, en conjunto, no son hostiles al socialismo. Sin embargo, una interpretación científica menos “filosófica” y más progresiva del concepto mismo de la “síntesis de las ciencias” marxiana, ha empezado justamente a manifestarse entre los representantes más inteligentes y responsables de la teoría marxista-leninista contemporánea de las ciencias, cuyas pronunciaciones son tan diferentes de las de Rudas y compañía como las pronunciaciones del gobierno soviético ruso lo son de aquellas de las secciones no rusas de la Internacional Comunista. Así, por ejemplo, el profesor V. Asmus, en su artículo programático enfatiza que, además de la “comunidad objetiva y metodológica” de la historia y las ciencias naturales, existe al mismo tiempo la “peculiaridad de las ciencias socio-históricas que no permite, en principio, la identificación de sus problemas y métodos con los de las ciencias naturales”.

Incluso dentro de la esfera de actividad histórico-social, la investigación marxista está principalmente interesada sólo en el modo particular de producción que subyace a la “formación socio-económica” de la época presente, o sea, el sistema capitalista de producción de mercancías como base de la moderna “sociedad burguesa” considerada en el proceso de su desarrollo histórico efectivo. En su indagación sobre este sistema sociológico específico procede, por un lado, más ampliamente que cualquier otra teoría sociológica, en cuanto se interesa preferentemente por las fundamentaciones económicas. Por otro lado, no se interesa por todos los aspectos económicos y sociológicos de la sociedad burguesa por igual. Presta particular atención a las discrepancias, fallas, limitaciones y desajustes en su estructura. No es el denominado funcionamiento normal de la sociedad burguesa lo que interesa al marxismo, sino lo que aparece a sus ojos como la verdadera situación normal de este sistema social particular, o sea la crisis. La crítica marxiana de economía burguesa y del sistema social basado en ella culmina en un análisis crítico de su tendencia a la crisis (Krisenhaftigkeit), es decir de la tendencia siempre creciente del modo de producción capitalista a asumir todas las características de la crisis efectiva, incluso dentro de las fases ascendentes o de recuperación -de hecho, a través de todas las fases del ciclo periódico por las que pasa la industria moderna, y cuyo punto álgido es la crisis universal. Una ceguera asombrosa acerca de esta orientación básica de la economía marxista, que está tan claramente expresada en todas partes en los escritos de Marx, ha llevado a algunos marxistas ingleses recientes a descubrir una “laguna de cierta importancia” en la obra de Marx, en su fallo a establecer la necesidad económica de recuperación de las crisis, una vez que había demostrado la necesidad de su emergencia.

Incluso en las esferas no económicas de la superestructura política y la ideología general de la sociedad moderna, la teoría marxista se interesa primariamente por las hendiduras y fallas, los puntos tensionales de escisión que revelan al proletariado revolucionario esos lugares cruciales en la estructura social donde su propia actividad práctica puede aplicarse con mayor efectividad.

En nuestros días, todo parece estar preñado de su opuesto. Maquinaria dotada de los poderes más notables para abreviar el trabajo humano y hacerlo más productivo, ha producido en su lugar hambre y sobretrabajo. Las nuevas primaveras de la riqueza se han transformado, por una peculiar fórmula mágica del destino, en las fuentes de la pobreza. Las conquistas de las artes parecen ganarse al precio de la pérdida de carácter. En la medida en que el hombre controla la naturaleza, parece ser controlado él por otros hombres, o por su propia mezquindad. Incluso parece que la pura luz de la ciencia sólo puede resplandecer contra el fondo oscuro de la ignorancia. Todos nuestros descubrimientos y progreso parecen no haber tenido ninguna otra consecuencia que dotar a las fuerzas materiales de vida espiritual y embrutecer la vida humana como una fuerza material. Esta oposición, entre la industria moderna y la ciencia por una parte, y la pobreza y decadencia modernas por la otra, esta oposición entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de nuestra época, es un hecho evidente, aplastante, innegable. Algunos partidos pueden lamentarlo, otros pueden desear librarse de la pericia moderna y, por tanto, de sus conflictos. O pueden creer que tal progreso notable en la industria demanda, para su completamiento, un retroceso igual de notable en la política.1


IV

Los rasgos específicos del marxismo tratados hasta ahora, junto con el principio práctico, implícito en todos ellos, que ordena a los marxistas subordinar todo conocimiento teórico al fin de la acción revolucionaria, proporciona los rasgos fundamentales de la dialéctica materialista marxiana, sobre cuya base se distingue de la dialéctica idealista de Hegel. La dialéctica de Hegel, el filósofo burgués de la restauración, que fue elaborada por él hasta en sus detalles más finos como un instrumento de justificación del orden existente, con una permisividad moderada para un posible progreso “racional”, fue transformada de modo materialista por Marx, tras análisis crítico cuidadoso, en una teoría revolucionaria no sólo en el contenido, sino también en el método. Tal como fue transformada y aplicada por Marx, la dialéctica probó que la “racionalidad” de la realidad existente afirmada por Hegel sobre fundamentos idealistas era sólo una racionalidad transitoria, que en el curso de su desarrollo necesariamente resultaba en la “irracionalidad”. Este estado irracional de la sociedad será, en el curso debido, completamente destruido por la nueva clase proletaria que, al apropiarse de la teoría y usarla como arma de su “práctica revolucionaria”, ataca a la “sinrazón capitalista” en su raíz. Debido a este cambio fundamental en su carácter y aplicación, la dialéctica marxiana, que como Marx justamente señala, en su forma “mistificada” hegeliana se había puesto de moda entre los filósofos burgueses, “se ha convertido ahora en un escándalo y una abominación para la burguesía y sus profesores doctrinarios, pues incluye en su comprehensión y reconocimiento afirmativo del existente estado de cosas, al mismo tiempo también el reconocimiento de la negación de ese estado, de su disolución inevitable; considera toda forma social históricamente desarrollada su movimiento y por consiguiente tiene en cuenta su naturaleza transitoria no menos que su existencia momentánea; no deja que nada se le imponga y en su esencia es crítica y revolucionaria”2.
Así como todos los aspectos críticos, activistas y revolucionarios del marxismo ha sido pasados por alto por la mayoría de los marxistas, igual ha ocurrido con el carácter de conjunto de la dialéctica materialista marxiana. Incluso los mejores de entre ellos sólo han restaurado parcialmente su orientación crítica y revolucionaria. Ante la universalidad y amplitud de la presente crisis mundial y de las luchas proletarias cada vez más agudizadas que sobrepasan en intensidad y extensión todos los conflictos de las fases más tempranas del desarrollo capitalista, nuestra tarea hoy es dar a nuestra teoría marxiana revolucionaria su correspondiente forma y expresión, y por tanto extender y actualizar la lucha revolucionaria proletaria.

Londres, el 10 de octubre de 1934.



Korsch 



Karl Korsch: uno de los socialistas libertarios (o marxistas libertarios, anarco-marxistas, o como Ud. prefiera denominar a dicho sector) más interesantes del siglo XX. Pasó del reformismo fabiano a la socialdemocracia de izquierda y de ahí directamente al leninismo, con el cual rompe ya a fines de los años 20. Uno de sus aportes fundamentales fue la defensa del sistema de consejos obreros, a la que se dedicó tanto teórica como prácticamente. Acabo de leer el libro de Douglas Kellner titulado "El marxismo revolucionario de Karl Korsch", muy recomendable. Recuerdo que por ahí por 1999 en una feria de libros usados en Valparaíso ví su "Marxismo y filosofía", a 800 pesos, y NO LO COMPRÉ. Nunca más lo he visto.

A continuación, una carta de Amadeo Bordiga (célebre comunista de izquierda italiano) a Korsch, y luego una parte del libro "El último Marx (1863-1882)y la liberación latinoamericana", de Enrique Dussel, extraída del capítulo sobre interpretaciones filósoficas de la obra de Marx (además de Korsch, ahí Dussel se refiere a Lukacs, Marcuse, Kosik, Althusser y Habermas).


Carta de Amadeo Bordiga a Karl Korsch.

Nápoles, 28 de octubre de 1926.

Querido camarada Korsch,

Las cuestiones son hoy tan graves, que sería verdaderamente necesario poderlas discutir cara a cara, amplia y detenidamente: pero esta posibilidad por ahora no la tendremos, desgraciadamente. Ni siquiera la de escribirnos detalladamente sobre todos los puntos de su plataforma, algunos de los cuales podrían dar paso a una útil discusión entre ambos.

Por ejemplo su “modo de expresarse” sobre Rusia no me parece correcto. No puede decirse que “la revolución rusa es una revolución burguesa”. La revolución de 1917 ha sido una revolución proletaria, aunque sea un error generalizar las lecciones “tácticas”. Ahora se plantea el problema de en que cosa pueda convertirse la dictadura proletaria en un país, si no se produce la revolución en los demás países. Quizás una contrarrevolución, o quizás una intervención extranjera, o bien un curso degenerativo del que habría de descubrirse y definirse los síntomas y sus reflejos en el partido comunista.

No puede decirse simplemente que Rusia es un país en el que se desarrolla el capitalismo. La cuestión es mucho más compleja: se trata de nuevas formas de la lucha de clases que no tienen precedentes históricos. Se trata de mostrar que toda la concepción de las relaciones con las clases medias, sostenida por los estalinistas, es una renuncia al programa comunista. Parecería que usted excluyese la posibilidad de una política del partido comunista ruso que no equivaliese a la restauración del capitalismo. Esto equivaldría a dar una justificación a Stalin, o a sostener la inadmisible política de “dimitir del poder”. Sin embargo es necesario decir que una política correcta y clasista en Rusia habría sido posible sin la serie de graves errores de, política internacional cometidos por toda la “vieja guardia leninista” conjuntamente.

Tengo además la impresión - me limito a vagas impresiones – que en sus formulaciones tácticas, aun cuando son aceptables, otorga un valor demasiado preponderante a la sugestión de la situación objetiva, que hoy puede parecer haber girado a la izquierda. Debe saber que nosotros, la izquierda comunista italiana, hemos sido acusados de negarnos a examinar las situaciones: esto no es cierto. Siempre hemos intentado la construcción de una línea de izquierda verdaderamente general y no ocasional, que se fortalece a sí misma a través de fases y desarrollos de situaciones distantes en el tiempo y variadas, probándolas todas en el buen terreno revolucionario, sin ignorar las distintas características objetivas.

Voy sin más a su táctica. Para expresarme con fórmulas coloquiales y no… oficiales, diré que me parece todavía, en las relaciones internacionales del partido, demasiado elástica y demasiado… bolchevique. Todo el razonamiento con el que justifica la posición respecto al grupo Fisher, esto que contaba con empujarlo hacia la izquierda, o, si rehusaban, desvalorizarlo a ojos de los obreros, no me convence y me parece que tampoco en los hechos ha dado buenos resultados. En general, creo, que en primer lugar, hoy, más que la organización y la maniobra debe emprenderse un trabajo previo de elaboración de ideología política de izquierda comunista internacional, basada en las elocuentes experiencias atravesadas por el Comintern. Estando muy atrasados en este punto, cualquier iniciativa internacional se hace muy difícil. Son escasas las coincidencias en nuestras posiciones respecto a la cuestión de la izquierda comunista rusa. Es significativo que hayamos visto las cosas de forma muy distinta: vosotros que desconfiabais de Trotsky, habéis aceptado rápidamente el programa de la solidaridad incondicional con la oposición rusa coincidiendo más con Trotsky que con Zinoviev (comparto esta preferencia). Hoy, que la oposición rusa ha tenido que “someterse, habláis de una declaración en la que debería atacársela por haber abandonado la bandera, cosa que yo no sería partidario de hacer ya que antes nosotros no hemos creído oportuno “fundirnos” bajo esta bandera internacional cuando era sostenida por la oposición rusa.

Zinoviev y Trotsky son sobre todo hombres que tienen un gran sentido de la realidad; y han comprendido que es necesario encajar golpes sin pasar a una ofensiva abierta. No estamos en el momento de la clarificación definitiva, ni de la situación exterior ni de la interior.

1. Compartimos las críticas de la izquierda comunista rusa a las orientaciones de la política estatal del partido comunista ruso. La dirección emprendida por la mayoría del Comité central es combatida por nosotros porque prepara la degeneración del partido comunista ruso y de la dictadura del proletariado, y les conduce fuera del programa del marxismo revolucionario y del leninismo. En el pasado no combatimos la política de estado del partido comunista ruso mientras ésta se limitó al campo delimitado en el discurso de Lenin sobre el impuesto en especie y el informe de Trotsky al IV Congreso mundial. Aceptamos las tesis de Lenin en el III Congreso.

2. Las posiciones de la izquierda comunista rusa sobre la táctica y la política de la Comintern, a parte de la cuestión de la responsabilidad pasada de muchos de sus miembros, sin insuficientes. Ni siquiera se aproximan a cuanto dijimos desde el inicio de la Internacional Comunista sobre las relaciones entre partido y masa, entre táctica y situación, entre partidos comunistas y el resto de partidos también llamados obreros, sobre la valoración de las alternativas de la política burguesa. Se acercan algo más, pero no del todo, a las cuestiones sobre el método de trabajo en la Internacional y a la interpretación y funcionamiento de la disciplina interna y del fraccionalismo. Son satisfactorias las posiciones de Trotsky sobre la cuestión alemana de 1923, como suficiente es su juicio sobre la presente situación mundial. No puede decirse lo mismo de las rectificaciones de Zinoviev sobre la cuestión del frente único y de la Internacional Sindical Roja, y sobre otros puntos que tienen valor ocasional y contingente y que no dan fe de una táctica que evite los pasados errores.

3. Dada la política de presión y provocación de los dirigentes de la Internacional y de sus secciones, todo intento de organización de los grupos nacionales e internacionales contra la desviación derechista presenta peligros escisionistas. No hay que desear la escisión de los partidos y de la Internacional. Hay que dejar que madure la experiencia de la disciplina artificiosa y mecánica, siguiéndola en sus absurdos procedimientos hasta donde sea posible, sin renunciar jamás a las posiciones de crítica ideológica y política, y sin solidarizarse nunca con la dirección que hoy prevalece. Los grupos ideológicos que poseen una posición de izquierda tradicional completa no podían solidarizarse incondicionalmente con la oposición rusa, pero no pueden condenar su reciente sumisión, que no supone una conciliación, sino que es sólo consecuencia de unas condiciones que no tenían más alternativa que la escisión. La situación objetiva y externa es aún tal que ser expulsado de los cuadros del Comintern significa disminuir la capacidad, no solo en Rusia, de modificar el curso de la lucha de la clase obrera respecto a la que se tiene si se permanece en el interior de los partidos.

4. En todo caso sería inadmisible una solidaridad y unas declaraciones políticas comunes con elementos como Fisher y compañía que, incluso en otros partidos como el alemán, han tenido recientes responsabilidades de dirección del partido siguiendo la orientación derechista y centrista, y cuyo paso a la oposición ha coincidido con la imposibilidad de conservar la dirección del partido de acuerdo con la dirección central de la Internacional, y con las críticas hechas por la Internacional a su trabajo. Esto sería incompatible con la defensa del nuevo método y del nuevo curso de la Internacional comunista, que debe suceder al método maniobrero de carácter parlamentario y funcionarial.

5. Con cualquier medio, que no provoque la expulsión del partido, debe denunciarse a la dirección dominante como responsable de llevar al oportunismo y de traicionar la fidelidad a los principios programáticos de la Internacional, que incluso grupos distintos a los nuestros tienen el derecho de defender si se plantean la causa de las deficiencias iniciales – no teóricas, sino tácticas, organizativas y disciplinarias que han hecho que la Internacional sea aún susceptible de caer en peligros degenerativos.

Creo que unos de los defectos de la actual Internacional es el de ser “un bloque de oposiciones” locales y nacionales. Hay que reflexionar sobre esto, por supuesto sin llegar a exageraciones, pero atesorando estas enseñanzas. Lenin derrochó mucho trabajo en intentos de reagrupación material “espontánea” de varios grupos, para intentar sólo después fusionarlos homogéneamente, al calor de la revolución rusa. En gran parte no lo consiguió.

Comprendo perfectamente que el trabajo que propongo no es fácil en ausencia de medios organizativos, de prensa y propaganda, etcétera. A pesar de todo creo que aún debemos esperar. Llegarán nuevos acontecimientos externos, y en todo caso cuento con que el actual estado de asedio acabará por agotamiento antes de vernos obligados a responder a las provocaciones. Creo que no debemos, en esta ocasión, dejarnos arrastrar por el hecho de que la oposición rusa se haya visto obligada a firmar frases contra nosotros, aunque sólo fuera por ceder en algún punto en la tormentosa preparación del documento. También estos actos reflejos entran en el cálculo de los “bolchevizadores”. Intentaré enviaros elementos de análisis sobre los temas italianos. No hemos aceptado la declaración de guerra constituida por los procedimientos de suspensión de algunos miembros directivos de la izquierda, y la cuestión no ha tenido continuidad de carácter fraccional. Las baterías de la disciplina han disparado hasta ahora con algodón. No es una línea demasiado hermosa y que nos plazca a todos, pero es la menos mala posible. Os mandaremos copia de nuestro recurso a la Internacional.

En resumen, no creo que sea el momento de hacer una declaración internacional como usted propone, y tampoco creo que podamos hacer nada en el plano organizativo. Sí creo que pueda ser útil hacer, en todos los países, manifestaciones y declaraciones ideológica y políticamente similares en su contenido sobre los problemas de Rusia y del Comintern, sin por ello llegar a caer en el extremo del “complot” fraccional, elaborando cada uno libremente su propio pensamiento y sus propias experiencias.

En esta cuestión interna insisto en que a menudo es mejor la táctica de dejarse llevar por los acontecimientos, que por supuesto en las cuestiones “externas” es muy dañosa y oportunista. Y aún más dado el juego especial del mecanismo del poder interno y de la disciplina mecánica que persisto en creer destinada a infringirse a sí misma.

Sé que he sido poco claro e insuficiente. Perdóneme y acepte mis cordiales saludos.


“Prometeo” (1928). Traducido por Balance (octubre 2003) expresamente para la web

http://es.geocities.com/hbalance2000




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Karl Korsch (1886-1961)

Por su parte, y considerando aquí sólo la manera como interpretó a Marx mismo, en su obra Marxismo y filosofía , publicada en 1923 (pocos meses después que el libro de Lukács), y la cual fue inmediatamente atacada por Kautsky —lo que manifiesta la ruptura con el economicismo de la II Internacional, al revindicar la importancia de la filosofía para el naciente "marxismo occidental"—, Karl Korsch estudió de manera original la relación del pensamiento de Marx con el de Hegel. Korsch se manifiesta como un marxista neohegeliano que, sin conciencia y en nombre de Lenin y del movimiento bolchevique, critica de antemano la posición del realismo ingenuo del estalinismo que se estaba gestando en la Unión Soviética —y del cual recibiría, junto con Lukács, una inmediata condenación. Pero a diferencia del filósofo húngaro, Korsch no aceptó retractarse.
Siguiendo los pasos de Rosa Luxemburg y de Lenin, afirma Korsch la importancia de la filosofía en el discurso de Marx. Propone todo un proyecto reinterpretativo:

Los mismos Marx y Engels explícitamente han expresado que en el socialismo científico el movimiento obrero alemán ha recibido como herencia la filosofía clásica alemana. Con esta afirmación no intentaban sostener que el socialismo científico o el comunismo fueran necesariamente una filosofía. Le asignaban, más bien, la función de superar (überwinden) y de subsumir (aufheben) de una vez para siempre, en la forma y contenido, no sólo toda la filosofía burguesa desarrollada hasta ese momento, sino, al mismo tiempo, la filosofía en general.

Y termina su pequeña obra recordando que "no se puede subsumir [suprimir] la filosofía sin realizarla". Por ello, en contra de los marxistas "dogmáticos" y "vulgares" de ese momento, niega que dicha "subsunción" (negación) sea una mera "supresión de la filosofía por sustitución de ella por un sistema de ciencias positivas abstractas y antidialécticas".Como en el caso del Estado, de la religión o la ideología, Marx piensa que es necesario llevar a la filosofía a un posterior desarrollo dialéctico:

En la Tesis XI sobre Feuerbach: "Los filósofos solamente han interpretado de diferentes maneras el mundo; de lo que se trata es en cambio de transformarlo." Esta frase, contra lo que han pensado los epígonos, no liquida la filosofía declarándola pura elucubración; sino más bien condena drásticamente toda teoría, filosofía o ciencia, que al mismo tiempo no sea praxis.

Korsch sitúa bien la problemática: se niega una filosofía (lo mismo que un Estado, ley, religión, moral o ideología) que quede apresada en un sistema superado (como el capitalista); pero no se niega una filosofía crítica, que nazca de la "praxis revolucionaria". En este caso, la filosofía se realiza, es decir, cumple su esencia. De la misma manera, el marxismo puede usar a Hegel y realizarlo, o sea, llevarlo a un estadio de realización superior —e imposible para los mismos supuestos hegelianos.

Sin embargo, no se ve claro el modo concreto filosófico o cómo usa Marx en concreto la filosofía hegeliana y en qué se diferencia de él esencialmente. No basta con sólo decir que dicha diferencia estriba en su "contenido" —"materialismo dialéctico" contra "idealismo dialéctico"—; o que la filosofía de Marx es una "filosofía revolucionaria", o la "filosofía del proletariado" o una "acción filosófica". Se trata de algo más preciso que Korsch no clarifica.

De todas maneras, la propuesta de Korsch es importante: es necesario estudiar explícitamente la relación entre el pensamiento de Marx y la filosofía; ya sea como "negación" de una cierta filosofía, como "superación" de ella o como "subsunción" en un grado superior de la producción filosófica. Veremos si es posible aportar algunas distinciones que ayudan a precisar este punto.

Debemos concluir que resulta pertinente recordar el pensamiento de Korsch, quien fue condenado por "comunista" por los socialdemócratas y por "revisionista" por Zinóviev —así como, poco después, se criticará de "populista" a Mariátegui en América Latina. En tiempos de "perestroika", sus posiciones serían reconsideradas más positivamente, aunque su hegelianismo en tomo de 1923 no podrá considerarse como una solución definitiva.


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